Libros electrónicos de estudios esotéricos

miércoles, 14 de marzo de 2012

DISCIPULADO No. 3



DISCIPULADO No. 3

Un importante trabajo debe ser abordado por el aspirante a la vida superior, una vez que ha hecho la noble tarea de auto observarse y llevar a un punto de equilibrio a su naturaleza emocional y mental. Esta nueva tarea tiene que ver con un cambio en la estructura del pensamiento. Convencionalmente hemos aceptado observar el mundo asumiendo que está compuesto de partes separadas. Para tal efecto hemos clasificado y jerarquizado a todo aquello que llamamos un ser, pues esta es la forma en que funciona la mente racional; de hecho la palabra racional viene de razón o parte, y es un modelo que nos permite comprender el mundo a través de definiciones, dadas a las supuestas partes, y basadas en un proceso de percepción a través de los sentidos. En algunas ocasiones encontramos alguna dificultad al tratar de comprender ciertos aspectos de la existencia que denominamos abstractos debido a que no podemos hacernos una imagen definida o formal. Tal es el caso de las emociones, los sentimientos, las percepciones extrasensoriales.
Cuando tratamos de entrar en esos conceptos nuestra mente se pierde en ellos y no logramos un acuerdo en cuanto a la manera en que percibimos estos elementos. Esto sucede porque tratamos de entrar en el conocimiento de aquello que en realidad no tiene forma. Más allá de las tres primeras regiones del mundo físico, nuestra percepción de la realidad es escasa, ya que nuestros sentidos no han sido desarrollados para percibir algo que sea más sutil que un gas. De hecho la mayoría de las definiciones estructurales de los seres se refieren exclusivamente a esta porción del mundo de las formas y la ciencia basa sus afirmaciones en esta superficial observación de la realidad. Pero es de conocimiento del verdadero ocultista el hecho de que la esencia es anterior a la estructura, la fuerza y la energía son la causa de la materia y el espíritu anterior a todas éstas. En nuestro camino de regreso a la percepción espiritual de la existencia, hemos de ir de la materia a la energía, de allí a lo astral y lo mental, rumbo al mundo del espíritu. Para hollar este sendero es necesario descondicionar la mente, la cual hemos entrenado hasta convertirla en una rígida estructura cuyas observaciones están sesgadas por los paradigmas establecidos mediante el método de percepción sensorial. El esoterismo tiene muchas teorías acerca de los mundos sutiles que ya no son suficientes para el aspirante a un escalón más elevado; es necesaria la experimentación pura que permite descubrir la realidad tras la forma aparente. Para lograr este propósito es indispensable analizar primeramente nuestro nivel de condicionamiento mental. Hemos de entender que el lenguaje constituye una limitación en el proceso. Hemos construido un idioma para describir el universo bajo el supuesto universal de las partes separadas, y toda la estructura idiomática conduce a este tipo de percepción equivocada del entorno, la cual ni siquiera nos permite percibir una realidad perfecta, debido a que los sentidos solo reciben irradiaciones que son reflejadas por esa realidad que entendemos en partes. Estas irradiaciones, ya se trate de luz, sonido o diminutas ondas o partículas, generan percepciones que nosotros convertimos en imágenes y luego en conceptos previamente acordados acerca de esas percepciones. Los sentidos jamás pueden percibir de frente la realidad cósmica. Solamente apreciamos un vago reflejo de ella y durante milenios de construcción cultural nos hemos convencido en masa de esta ilusoria realidad. El estudiante profundo de ocultismo debe anhelar hallar un método, un camino, una puerta que le conduzca a la percepción directa de la realidad única. Si encuentra el ábrete sésamo que le permite pasar la barrera de los sentidos, para entrar en la percepción de la unidad infinita, se dará cuenta de que todas las aparentes partes, a través de las cuales su mente está acostumbrada a ver el , sumergen sus raíces en la esencia universal del Absoluto y se conectan entre sí creando una extraordinaria red infinita que no es otra cosa que el Espíritu mismo del Mundo. Es necesario que el estudiante comience a acercarse mentalmente a una nueva forma de apreciar la existencia. Sirve como ejemplo el visualizar dos árboles que están separados entre sí unos tres metros. Aparentemente se trata de dos seres distintos que no tienen conexión alguna, pero si caváramos la tierra que hay entre ellos, podríamos ver que sus raíces se prolongan en la profundidad y se entrelazan, y tal vez se comunican entre sí en un misterioso lenguaje que desconocemos. De igual manera, todo ser existente extiende las raíces de su propio espíritu hacia el infinito y se comunica con cualquier otro ser existente. Esta visualización de una invisible conexión infinita es un primer ejercicio que hemos de repetir a diario con el objeto de acostumbrarnos a que estamos conectados con todo el universo, debido a que nuestra espíritu no está encerrado en las fronteras del cuerpo. Nuestro espíritu pertenece al mundo de lo adimensional, de lo informe, de lo que no tiene fronteras; y si no hay límite y todo espíritu goza de la infinitud de su Creador, en realidad no hay espíritus diferentes sino Una Sola Alma Universal que es el Alma del Creador Mismo.
El lenguaje que usamos a diario va en contravía de esta percepción universal. Para referirnos a alguna criatura hablamos del yo, tú, el nosotros, ellos, eso, esto o aquello y  asumimos que se trata de realidades diferentes. Los esotéricos hablamos del Ego que anima a cada criatura evolucionante, pero también solemos asumir que los Egos son entes separados. Tras los Egos vislumbramos a las Monadas o Chispas de la Llama Divina, pero también solemos asumir que son entes individuales. Nuestro ejercicio mental de descondicionamiento incluye el observar nuestras afirmaciones diarias y darnos cuenta de que en realidad son recursos que usamos para describir el mundo en partes pero que no corresponden a la realidad trascendente.  Una vez hecha esta observación ha de practicarse el ejercicio de la meditación que busca establecer un puente entre nuestra mente concreta, esa que visualiza imágenes, formas y partes, y nuestra mente abstracta, la que construye concepciones que están más allá de lo que puede ser percibido como una forma. Se entiende entonces que la meditación real no es un ejercicio de imaginar cosas, porque las imágenes pertenecen al mismo sistema condicionado. Tampoco es un ejercicio de reflexión acerca de lo que conocemos con nuestros sentidos o de la información científica que tenemos con respecto a la realidad del cosmos, ya que todos estos pensamientos están viciados por la misma limitación condicionada. Es necesario cambiar el paradigma, romper esta estructura y estar dispuestos a percibir más allá del pensamiento. La meditación verdadera va más allá de pensar en palabras, va más allá de la racionalidad, va más allá de los sentidos. El verdadero ocultista sabe que sus sentidos solo observan a “maya”, una extraordinaria ilusión de la realidad, pero que al entrar en el nivel de conciencia propio de la percepción espiritual despierta a esa extraordinaria realidad que está más allá y que contiene todas las simientes de la existencia y todo el poder de controlarla. Este ejercicio de sentirnos conectados con todo lo existente es una extraordinaria ayuda para romper los apegos, ese cepo poderoso que detiene el avance del aspirante espiritual, ya que la nueva visión, el nuevo paradigma nos hace caer en cuenta de que todo pertenece a todos debido a su infinita conexión, de que en realidad nada nos pertenece y de que no necesitamos nada en realidad porque todo lo tenemos. Sólo es necesario darnos cuenta, estar atento, percibir, ser conscientes de que somos entidades infinitas y que es nuestra limitada percepción, a través de nuestro llamado Yo, esta forma de expresión de la realidad suprema, lo que limita nuestro poder, nuestra luz y nuestra capacidad de acción en el mundo. Un iniciado no es alguien a quien se le regala  o transmite un poder extraordinario, sino uno que despierta de un duradero letargo y de repente observa y se da cuenta plena de que el poder siempre ha estado dentro de él, de que su Interior ha estado iluminado siempre, de que tiene una conexión con el alma de todas las cosas, porque él mismo es el Alma de Todas las Cosas. Iniciarse es renacer, es salir de la oscura tumba de la materia, es romper el velo del oscurantismo carcelario, del pensamiento racional, es ir más allá de su propio pensamiento y volver al paraíso perdido donde el Ser es nutrido permanentemente por Dios, porque se da cuenta que es Dios Mismo ya que dos seres infinitos que coexisten solo pueden ser un ser único, una Realidad Única.
El símil más cercano de esta nueva percepción es nuestro propio cuerpo físico. Cada pequeña célula es una unidad mínima de vida organizada, tan diminuta que nuestros sentidos no logran detectarla y necesitamos de un microscopio para cerciorarnos de su existencia. En cada una de estas unidades se halla contenida la información completa del cuerpo, es decir que cada célula está de algún modo conectada a la totalidad del cuerpo y prueba de ello es que todo el cuerpo se gestó a partir de la información contenida en una de estas unidades. Las células son inconscientes de esta totalidad y de su conexión con ella y funcionan como entidades individuales aparentemente pero en realidad se hallan conectadas entre sí por otras estructuras, otras células que permiten que se formen estructuras de mayor tamaño y más complejo nivel de organización. La vida de billones de células depende de la vida del hombre y si está se apaga, las células se transforman  igualmente, entrando su vida en reposo como si se tratara de una noche cósmica. Pero la información de su proceso de vida ha sido transmitida  a otras células que harán parte de un organismo futuro y esto permite la evolución. Tras la vida de las células está el Espíritu del ser, ese intangible que transmite la posibilidad de su propia creación. La vida de las células y su percepción de ésta es una ilusión comparada con el proceso del Ego que las anima y viven y desaparecen sin percatarse de su intrincada alianza de unidad de vida. Los seres humanos somos como células de un tejido llamado humanidad, el cual a su vez hace parte de un órgano mayor llamado Corriente de Vida, el cual no es más que parte integral de un ser gigantesco llamado Creación, cuya vida es realmente animada por el Ser Supremo, el cual a su vez es tan solo una proyección del Absoluto Inmanifestado.
Alrededor de nosotros, células de ese Gran Todo, imperceptibles para la consciencia ordinaria, hay invisibles tejidos cósmicos que nos interconectan, venas y arterias energéticas plenas de prana universal que alimentan a todos los seres, corrientes nerviosas de sustancia astral que vivifican a los reinos sensibles, y raudales mentales que traen consciencia a los seres que comienzan a despertar a la realidad cósmica, como diminutas células que de repente se dan cuenta que son parte integral de un gigantesco ser, cuya información está contenida en su totalidad en ellas. Así como es arriba así es abajo, reza el sagrado aforismo que nos enseña la Ley de Correspondencia.
Todo lo que ocurre a la más mínima aparente unidad de vida afecta a la totalidad, y todo lo que acontece en la totalidad macrocósmica afecta a las pequeñas unidades, dentro de las cuales se halla la total potencialidad del Cosmos.
Tú eres la potencialidad del Cosmos y contienes toda la información de la Vida Gigantesca que te anima. Eres la aparente parte en el Todo y el Todo en la aparente parte. Solo necesitas despertar y convertir lo potencial en dinámico, lo latente en poder manifiesto, la semilla que duerme en el árbol infinito, para ir de lo irreal a lo real, de la oscuridad a la luz y de la muerte a la inmortalidad.
Haz diariamente el ejercicio de sentirte conectado a la Totalidad de la Creación. Esto obra como un taladro que horada la roca de la estructura mental condicionada y te conduce a través del túnel de la consciencia, hacia la luz de una verdadera realidad. Si logras esto, alcanzarás la consciencia del Mundo del pensamiento Abstracto, el Mundo de las corrientes de Ideas Arquetípicas generadas por la Mente del Divino Arquitecto de nuestro Sistema. Si lo logras tendrás pleno conocimiento del Plan y del funcionamiento armónico del Esquema al que perteneces. A este proceso lo llamo “conectar con la Internet Cósmica”. Si te esfuerzas verás fluir desde este nivel un gran caudal de Sabiduría  y habrás construido un puente entre el mundo de los efectos y el mundo de las causas, maravilloso recurso que te permitirá comunicarte con los Grandes Seres cuya consciencia se proyecta en estas altas esferas.
José Vicente Ortiz (A.K.)                        



LA ILUSION DE LA SEPARATIVIDAD



LA ILUSION DE LA SEPARATIVIDAD

La Religión es una ayuda dada a la humanidad con el fin de guiar al individuo a encontrar su camino de retorno al Padre. Y, ¿dónde está el padre? ¿Cuando se habla de volver, debemos pensar en algún lugar, en algún tiempo o en algún estado de consciencia? Varias son las maneras en que el hombre concibe a Dios, de acuerdo con su nivel de consciencia. La mayoría le creen afuera, en un distante y fantástico lugar llamado Cielo, pero el cual no logran definir en el espacio ni en el tiempo; otros buscan a Dios dentro de sí mismos, y algunos pocos le buscan a través de sí mismos en todas las cosas.

El monismo o concepción de la Omnipresencia Divina y la Divinidad de todas las cosas, es la esencia fundamental de todos los sistemas religiosos, la parte esotérica, lo fundamental, que rara vez es revelado al público, la mayoría del cual acepta una concepción dualista, con la Divinidad fuera de él. Muchos religiosos y seguidores de las religiones afirman doctrinariamente que Dios está en todas las cosas; pero, en la mayoría de los casos, no parecen creer en ello, si observamos sus acciones y rituales. Casi todas las Iglesias construyen Templos que sus seguidores creen un habitáculo divino, un lugar donde la Divinidad reside y a donde pueden acudir multitudinariamente en su búsqueda, para elevar sus oraciones y peticiones.

 El mundo está inundado de capillas, templos y santuarios de piedra. A manera de ejemplo de la aparente contradicción existente entre la enseñanza oculta y la exteriorizada, analicemos las palabras de San Pablo: “En Dios vivimos nos movemos y tenemos nuestro ser”. No significa esto acaso, que el hombre está inmerso en la Divinidad misma? Sin embargo, la mayoría de los que se dicen ser los seguidores de Cristo, han construido múltiples imágenes o iconos de la Divinidad misma, antropomorfizándola y haciendo caer a los creyentes en la veneración y el culto a esas imágenes, lo cual crea en ellos la convicción de que las fuerzas divinas son completamente externas a él y que se encuentran en algún lugar distante, alcanzable sólo por los devotos y los santos. La mayoría de los que oran son enseñados a levantar sus ojos y elevar sus plegarias al cielo, el cual es tomado casi siempre por el firmamento azul de nuestra atmósfera terrestre. Los templos y santuarios están llenos de símbolos e imágenes, que por lo general son colocadas en lo alto, arriba de nuestras cabezas, como queriendo indicar que Dios se encuentra en las alturas, simbolismo que no es fácilmente interpretado por los creyentes, puesto que no ha sido debidamente explicado, y que refuerza en ellos su concepción de un Dios externo, colocado en un elevado lugar del espacio exterior.           

Si bien es sabido que una concepción específica de la divinidad es dada al hombre de acuerdo con su nivel de comprensión, y que muchos seres humanos aún sólo pueden comprender a un Dios externo, tal concepción ya no cabe en la mente racional de aquellos individuos que por su progreso evolutivo han alcanzado un más elevado estado de consciencia. Esto puede crear, y ha creado, una crisis en las creencias. La ciencia se ha encargado de mostrarle al mundo lo ilimitado del espacio exterior, cuya maravillosa infinitud se pierde en el laberinto de nuestra mente. Aquel que con ella escudriñe el universo entrará en contradicción si piensa que existe un Dios con limites, pues si concibe a la Divinidad fuera de él, necesariamente habrá de creer que él está fuera de ella y que por lo tanto los dos se hallan en un espacio diferente. Y si concibe a una Divinidad Omnipresente, racionalmente tendrá que rechazar y ridiculizar el culto a la Divinidad externa, a las imágenes, a los santuarios y a los templos.

Las creencias religiosas requieren con urgencia un replanteamiento de la concepción divina, un rebuscar de la verdadera religión dentro de sus propios archivos, con el objeto de dar a conocer la esencia fundamental de la enseñanza acerca de la Divinidad, ya que la concepción dualista hace que se llenen templos donde a Dios se elevan infinitas peticiones, como si éste tuviera un gigantesco almacén desde el cual provee la satisfacción de los deseos y caprichos del ser humano, manipulado por el momentáneo éxtasis de una fervorosa petición, sin tener en cuenta quien merece o desmerece. ¿A tal oficio podemos reducir a Dios? Si así es, muy bajo han caido nuestras crencias y tenemos más sombra que luz en nuestras consciencias.

Más racional y comprensible es el pensar que la Divina Voluntad, la Universal Inteligencia, que dirige y gobierna todas las cosas en este maravilloso Universo, compenetra toda la existencia, y que todos los seres nos hallamos en su divina presencia, siendo a la vez parte  de ella. El Padre está en todas las cosas, en el interior y el exterior de ellas y, en un amplio sentido, en esta creación infinita no hay un arriba ni un abajo, no hay un adentro y un afuera, cuando hablamos de buscar a Dios. La Vida Una tiene su presencia en cada átomo, en cada mundo y en cada criatura visible e invisible, y se manifiesta en forma permanente en perpetuo movimiento evolutivo.

La presencia divina no es exclusiva de los templos y santuarios, pues Dios no está en un lugar sino en todos los lugares. La percepción de su presencia, el gozo de su riqueza, la participación consciente de su Divina Sabiduría, dependen por entero de nuestro nivel de consciencia y del enfoque de ésta. Percibir a Dios es percibir lo ilimitado, es captar su presencia palpitante viviendo en todo lo que existe. Percibir a Dios implica construir puentes de consciencia que comuniquen todos los niveles de percepción; es despertar nuestro poder de sentir, derribando todas las barreras del tiempo y del espacio. Para encontrar a Dios no hay que buscarlo, sólo hay que percibirlo y esto puede hacerse en cualquier lugar del infinito espacio-tiempo.

Esta misma ilusión de estar separados de Dios obnubila nuestra mente y nos hace creernos separados de todas las cosas; pero, si todo lo existente es una sola esencia de la manifestación divina, omnipresente por naturaleza, entonces no hay separación real. El espacio se convierte tan sólo en una ilusión, debida a la limitación de los sentidos que perciben la realidad. La esencia de la vida es una sola, pues la divinidad es Una, siendo todas las cosas una sola realidad, que vibra de infinitos modos. Esta ilusión de lo separado ha nacido necesariamente de una equivocada identificación con la forma externa a través de la cual vibramos en el mundo denso. La mayoría de los seres humanos creen tener un límite que no se extiende más allá de su piel y sus cabellos. Pero no somos solamente una forma; también manejamos fuerzas vitales, emocionales, pensamientos, ideas y fuerzas espirituales, las cuales no son otra cosa que manifestaciones de sí mismos. Pero ninguna de esas cosas somos totalmente. Sin embargo, éstas sobrepasan el límite de nuestro cuerpo. Las fuerzas vitales pueden comunicarse y trascender la barrera de la piel, a través del espacio físico; las emociones se proyectan al ambiente y pueden ser percibidas y contagiadas aún a grandes distancias. Los pensamientos viajan sin límite y las ideas pueden ser captadas simultáneamente en distintos puntos del espacio y transmitidas en diferentes maneras a kilómetros de distancia, pudiendo viajar incluso, nuestras energías mentales, hasta distantes sistemas estelares. ¿Cuál será entonces el límite de nuestras fuerzas espirituales? Y si éstas apenas son las energías que manejamos, ¿cuál es la dimensión de nuestro Espíritu? ¿Tiene éste un límite o una medida? Si sólo vemos nuestras fuerzas y nos identificamos con ellas, como nuestra única realidad, nos vemos separados de las demás personas y cosas. Si vemos nuestras fuerzas vitales, emociones y pensamientos, los limites se tocan, se compenetran o se confunden, haciéndose comunes muchas de sus energías; si vemos nuestra espiritual realidad substancial, somos en esencia una sola cosa con todos los seres. No hay separación, ni limites. La separatividad es tan sólo una ilusión dada por la corta comprensión que tenemos de nuestra propia realidad y de la manifestación de la divinidad misma.

Tristemente, tal ilusión ha engendrado el egoísmo. La naturaleza inferior ha confundido nuestro siempre existente y persistente llamado a la unidad con el deseo de avasallar el mundo, con el creerse el rey de la creación. La voz interna que nos llama a ser uno con todos, ha sido tergiversada por la naturaleza inferior en un mandato de ser mejor que todos, diferente de todos, más poderoso que todos, y de querer reinar en un mundo donde haya cosas que nos pertenezcan, cuando en realidad nada nunca ha dejado de ser nuestro, pues nunca hemos dejado de serlo todo, ya que en el Todo vivimos inmersos, siendo uno con El. En esencia, Dioses somos, como lo afirma el axioma ocultista, sin límites en el espacio-tiempo, sin diferencia alguna con las demás criaturas existentes, en cuanto a nuestra realidad espiritual. Tan sólo vibramos de modos diferentes y nos manifestamos en facetas distintas que nos hacen parecer disímiles. El hombre, pareciendo Rey es tan pequeño como la bacteria, si lo comparamos con el macrocosmos. La piedra es Dios que duerme, la planta es Dios que sueña, el animal es Dios que siente y el Hombre es Dios que se pregunta acerca de sí mismo. Las diferencias aparentes en vibración, figura, forma y niveles de consciencia, no son más que ángulos distintos, reflejos iridiscentes de un cristal de múltiples facetas llamado la Vida Una, que vive eternamente, sin un comienzo ni un final, si bien teniendo días y noches, despertares y ensueños cósmicos.

Bajo esta concepción, ¿quién puede ser más grande que su hermano? ¿quién distinto? La mente aprendiz nos tiende trampas que velan la visión interna y nos envuelve en ilusiones que limitan nuestra comprensión; meditemos profundamente en nuestra verdadera realidad, pues solo así encontraremos la voz real de nuestro ser y se hará posible la percepción de lo infinito, la percepción de Dios. Entonces veremos a cada criatura como una parte de sí mismos; entonces podremos integrar el observador con lo observado, percibiendo que somos una sola cosa. Sólo así dejara de existir la ilusión de la separatividad y el egoísmo habrá tocado a su límite. Sólo así morirá el dragón a manos de la espada de la verdad del iniciado, alcanzando la añorada libertad suprema, pues únicamente a través de la verdad seremos libres, como lo enseñara el Divino Rabí de Galilea.                                     

Sólo una universal comprensión de lo divino, de la naturaleza de todas las cosas, puede terminar con el separatismo, sombra poderosa de la Hermandad Universal; sólo así los miles de nombres de Dios serán sinónimos y todos los credos podrán ser uno, dejando de ser necesarios los rituales, los iconos, los santuarios y los templos, convirtiéndose cada ser humano, a través del despertar de conciencia necesario, en un sacerdote que oficia permanentemente en el templo de la divina naturaleza, siendo a la vez pastor y oveja. Sólo así verá la humanidad morir la guerra y contemplar la aurora de la paz, que reina en la infinita comprensión de lo divino. Si entendemos que somos la divinidad misma en acción, no nos atreveremos jamás a emitir ni una sola energía, a cristalizar ni un solo acto que dañe a criatura alguna, porque estaremos viendo con claridad que tan sólo nos agredimos a sí mismos, clavando el aguijón en nuestra propia carne. Tendremos entonces la consciencia de que cada ser vibra a un ritmo diferente y va por un sendero evolutivo distinto. Dejaremos de exigir a los demás el que crean, sientan y actúen como nosotros y no trataremos más de imponer credos ni doctrinas, respetando por entero la libertad de pensamiento, la libre voluntad de escoger el sendero más adecuado a cada cual. Veremos también morir la crítica y el desprecio.

Si la consciencia de la humanidad se eleva al punto de lograr la identificación con lo infinito, dejaremos de ser ciudadanos de un pueblo, de una raza, de una nación o de un planeta, para convertirnos en ciudadanos cósmicos. Sólo así no habrá más luchas por banderas, colores, religión o partidos, y cesarán las fronteras y naciones. De otra manera no puede existir la fraternidad universal. Pero, ¿cómo lograr tal identificación? Para esto es necesario atreverse, osar, avasallar las trampas, ilusiones y barreras de la mente, replanteando todas nuestras creencias acerca de lo que existe y buscando una explicación íntima y personal, acorde con nuestro momento evolutivo, con nuestra realidad presente y con nuestra capacidad de saber y comprender. Este trabajo implica un gran desapego por el saber científico, una desidentificación con los antiguos modelos del pensamiento, a través de un programa de descondicionamiento paulatino de la mente, que nos lleve a aprender, a pensar verdaderamente, facultad que estamos olvidando los humanos, manipulados por los intereses consumistas del mundo o por el egoísmo de unos pocos, o tal vez, deslumbrados por la aparente sabiduría mostrada por la vanidad científica o por la soberbia de los que pretenden ser los dueños de la verdad.

El descondicionamiento de la mente rompe el automatismo del pensamiento y de las reacciones emocionales que desde hace millones de años están aliadas a nuestros procesos mentales. Quien se atreva a realizar este maravilloso proceso, descubrirá con sorpresa que lo que él creía ser no es más que un conjunto de modelos mentales y emocionales, heredados de la cultura, y se encontrará a sí mismo con una naturaleza desnuda, que debe ser vestida con los ropajes de la verdad y de la conducta consciente acorde con ella. Dejará de ser un autómata de la vida para convertirse en el artífice de su propio destino.      

La identificación de nuestra realidad divina y de nuestra igualdad con todos los seres y las cosas, trae como resultado una revolución interior, la cual genera el comienzo de un cambio real y verdadero, que debe nacer en cada individuo. Tal revolución fundamental es necesaria en el camino espiritual y precede al trabajo de enseñanza de todo caminante que pretenda cambiar el mundo. Sin esta consciencia de la igualdad esencial y divina, que se convierte en práctica interior y externa, nacida individualmente, todos los sueños de convertir la Tierra en un paraíso de armonía son tan sólo vanas quimeras que conducen a mayor separatismo, a una guerra más que lucha por una nueva creencia que, por carecer del requisito esencial, está lejos de lo universal y por ende no logrará su objetivo de unificación.

El verdadero caminante del sendero espiritual ha de revisar muy bien su concepción de lo divino y, una vez clara su consciencia al respecto, actuar en consecuencia con una visión cósmica y trascendental de la creación. Este es el camino real de la contemplación que conduce a una percepción real de lo divino.

José Vicente (A.K.)


*


martes, 6 de marzo de 2012

DISCIPULADO. No. 2




DISCIPULADO. No. 2

Febrero 29 de 2012.
Ante todo, permítaseme aclarar que mediante esta serie de escritos no estoy ofreciendo el discipulado. Solo un Maestro de muy alto grado de Iniciación puede hacerlo. Mi clara intención es la de arrojar alguna luz al respecto para iluminar la senda que conduce a él y facilitar  herramientas  para que quien haga el trabajo interno necesario encuentre la luz de su Maestro. Bien sabido es que el sendero de cada ser es único en este sentido, y yo tan solo soy uno que ha recorrido su propio camino.
Con anterioridad he expresado que es necesario tener un conocimiento previo de ciertas verdades esotéricas antes de hollar el sendero. Con esto me refiero exactamente al conocimiento del Plan. Nuestro Divino Arquitecto del Sistema Solar diseñó y contempló en la Mente Divina un proyecto para su creación desde un Mundo vibracional en el que no existe la secuencialidad, es decir no hay tiempo ni espacio. Esto quiere decir que él conoce su diseño de principio a fin, ya que lo percibió en sí mismo en la dimensión del presente continuo e inmutable propio de los niveles de existencia de la Unidad. Este Plan incluye un primario proceso de diferenciación interna en el que El se ve a sí mismo  en diferentes facetas denominadas Mónadas o Espíritus virginales, aparentemente unidades en sí mismas pero en realidad infinitas, en razón de su origen. Las Mónadas vienen a ser estados especiales de la Unidad en los que la Luz Divina entra en un proceso extraordinario de contracción que las hace Inconscientes de sí mismas entendiéndose esta inconsciencia como un estado de consciencia potencial en el que permanentemente actúa la Inteligencia divina o Mente Cósmica.
El Plan incluye además la creación de cierto terreno para el proceso llamado Campo de evolución, el cual está formado por mundos de diferente grado de vibración a través de los cuales las mónadas experimentarán un largo y complejo proceso denominado Evolución, un proceso de desenvolvimiento y desarrollo que llevará a cada Mónada desde la inconsciencia profunda hacia la omnisciencia. El recorrido de las mónadas se hará pasando de la no secuencialidad hacia la secuencialidad, estado que las ubica en la percepción ilusoria del espacio y el tiempo y la apariencia de individualidad, para regresar nuevamente a un estado de consciencia no secuencial, propio de la Unidad. Este viaje evolutivo se lleva a cabo por las Mónadas en diferentes secuencias y  corrientes evolutivas cada una de las cuales a su vez se subdivide en reinos con diferentes grados de despertar de la consciencia, según el tiempo en que han emergido de su Creador.
Cada uno de nosotros es una Mónada perteneciente a cierta corriente evolutiva que involucra la siguiente cadena de reinos: Primer Reino Elemental ( no confundir con los espíritus de la naturaleza a quienes algunos investigadores han llamado también elementales, siendo estos de otra corriente evolutiva), Segundo Reino Elemental, Tercer Reino Elemental, Reino Mineral, Reino Vegetal, Reino Animal, Reino Humano, Angeles (Pitris lunares o Pitris Barhishads), Arcángeles (Agnishvattas o Pitris Solares), Principados (Makaras o Señores de la Mente), Potencias (Potestades o Señores de la Forma), Virtudes (Señores de la Individualidad), Dominaciones (Señores de la Sabiduría), Tronos (Señores de la Llama), Querubines, Serafines, Seofines y Therafines.
Las oleadas de Vida o Reinos van alcanzando grados sucesivos avanzando desde la Inconsciencia, a través de la Corriente de Vida hasta alcanzar el estado de humanidad, en el que se logra despertar la conciencia de sí mismo, y luego avanza hacia el desenvolvimiento de estados superiores de conciencia que lo llevan hacia la plena identificación con la Unidad. El paso de una Oleada de Vida o Reino al siguiente implica un gran trabajo que se desarrolla en eones de tiempo siguiendo el Esquema General trazado por el Logos o Arquitecto Solar. Pero como en todas las escuelas hay alumnos avanzados, existen caminos alternos para quienes deseen avanzar más rápido, lo cual de hecho significa que se empleará un esfuerzo superior para lograr la meta arquetípica planeada. Estos caminos, aparentes atajos, pero en realidad senderos de gran trabajo, son los Caminos de la Iniciación. El Discipulado es tan solo la antesala del Portal de la Iniciación. El objetivo de hallar a un Maestro, o mejor ser hallado por él, es el de tener la Luz de uno que ya recorrió el Sendero. Es claro que solo nos dará su guía pero no caminará la vía por nosotros, ni hará nuestro trabajo, al igual que el profesor de una escuela nos instruirá pero no presentará las pruebas que nos avalarán para pasar al siguiente grado.
El aspirante debe por tanto conocer medianamente cual es el Plan del Logos Solar, para saber hacia dónde va y cuáles son los trabajos que lo capacitarán para pasar al grado siguiente. Si aún no tienes este conocimiento debes acercarte a él, primero mediante la investigación teórica y posteriormente, al capacitarte para ello, mediante la investigación directa. Algunos libros escritos por discípulos e iniciados pueden ser de gran utilidad: El Budhismo Esotérico, de A.P. Sinnet, La crónica del Akasha, de Rudolf Steiner, La Doctrina Secreta de H.P. Blavatsky, El Concepto Rosacruz del Cosmos, de Max Heindel, El Sistema Solar, de Arthur Powell, La Kabalah Mística, de Dione Fortune, Guía Práctica al Simbolismo Cabalístico, de Gareth Knighth. También están invitados a nuestro Curso Avanzado de Filosofía esotérica o a realizar alguno similar en alguna escuela esotérica.
Es igualmente necesario que el estudiante profundice sus conocimientos acerca de la estructura actual del Esquema del Sistema Solar y de su propia estructura energética para saber en que planos se desarrollará su trabajo interno y con cuáles herramientas cuenta para ello. Son de utilidad, además de las ya mencionadas, las siguientes obras: El Hombre y sus Cuerpos, de Annie Besant, El Cuerpo Vital y el Cuerpo de Deseos, de Max Heindel, El Misterio de la Vida Antes y después de la Muerte, de José V. Ortiz, El doble Etérico, El Cuerpo Astral, El Cuerpo Mental, de Arthur Powell, El Hombre Visible e Invisible, de Charles Leadbeater.
Es importante también que sepas que el sendero de la Iniciación está correctamente organizado por algunos seres especiales, Iniciados de alto grado quienes habiendo alcanzado grandes alturas de desarrollo han decidido ayudar a nuestra humanidad, en parte como una gran obra de servicio y en parte como escuela superior de aprendizaje de las labores del Logos Solar. Esta organización se conoce como La Gran Hermandad Blanca o  La Jerarquía Oculta.

     Las escuelas de Misterios u Ordenes Ocultas, conformadas por seres de alto grado de Evolución son las que ofrecen la posibilidad de las Iniciaciones Mayores y Menores dadas luego de un entrenamiento dado por un Maestro de muy alto grado iniciático a un Discípulo aceptado.
Hay un camino a recorrer desde la conciencia ordinaria hasta la altura de los grandes seres que están en la Jerarquía:

 Cada una de estas etapas tienen a su vez diversas fases que no deben ni pueden ser tomadas a la ligera por ningún aspirante serio.

Si  consideras que estás corto en la parte de estudiante, por favor dedícate a la mayor brevedad al asunto.
Si consideras estar en la etapa de probación ten en cuenta lo siguiente:

EL PROBACIONISMO: EL GRAN CONFLICTO

No te preocupes por lo que podrá venir.
No llores por lo que se desvanece;
pero preocúpate por no perderte a ti mismo,
y llora si vas flotando en el curso de los años,
sin llegar al cielo dentro de Tí.      
 Friedrich Schleiermacher

El aspirante al discipulado y la iniciación ha de pasar necesariamente por la etapa de probación, un período de varios años, de una importancia transcendental en el Sendero de Perfección. A menudo se ha tejido un velo de misterio acerca de lo que el estudiante encontrará en esta etapa, y hay quienes se niegan a aceptarla, por temor a que algo terrible se avecine o a que un vendaval de karma arrase con sus vidas. Sin embargo, el probacionista no es un individuo sometido a las torturas externas de la vida, sino más bien alguien en cuyo corazón despierta la luz que lo conduce al despertar de su Cristo Interior, y en cuya mente comienza la aurora de una sabiduría extraordinaria que lo llevará a la conquista de sí mismo. Raudales de luz fluyen desde los mundos internos hacia su vida, ensombrecida por las tradicionales pasiones humanas, dándole claridad para encontrar la verdadera ruta del sendero y aliviando la pesada carga de angustia que existe en lo profundo de su corazón.

Pero he aquí que, cuando la luz irrumpe en el recinto de oscuridad de la naturaleza humana, la realidad de su mundo interior se hace visible ante los ojos del aspirante, descubriendo la verdadera dimensión del trabajo a realizar,  principalmente sobre su Cuerpo Emocional, pues la luz recibida, lejos de iluminar su cuerpo, le lleva a escudriñar las recónditas cavernas de sus más profundas emociones, pasiones y sentimientos. Es entonces cuando un gran drama, que se convierte en  un conflicto, llega a la vida de aquel que verdaderamente está caminando por la senda de la espiritualidad, puesto que el Probacionismo es la época de la redención, de la transformación, de la conversión, de la purificación, del perdón de los agravios, del perdón de sí mismo, del olvido de las bajas pasiones, lo odios, los desamores, las diferencias y de todo vano sentimiento.

Puede decirse, en realidad, que antes de la etapa de probación, el hombre conoce su naturaleza externa y quizás intelectualmente especule sobre sus emociones, pero es tan sólo durante la época de probación cuando el individuo se ve cara a cara consigo mismo y desnuda ante sus ojos su verdadera naturaleza. Esto debe llevarle necesariamente a hacer un balance de su vida, donde encontrará con mucha seguridad y bajo la clara luz de la sabiduría que le ilumina, una gran lista de errores cometidos en el pasado y otra gran lista de emociones descontroladas, que lo alteran en el presente. Su sed de sabiduría le llevará a intentar superar su oscuro pasado, mediante el arrepentimiento verdadero y el perdón, y a enfrentar su tenebroso presente mediante una voluntad de lucha férrea, contra esas emociones predominantes que no son deseables en una vida virtuosa.

Pero una cosa es la comprensión intelectual de estas verdades y el deseo de alcanzar el éxito, para rodearse de una corona de virtud, y otra cosa es la intensidad de las emociones que han sido generadas durante años o encarnaciones, y que están reforzadas por poderosas formas de pensamiento y poderosos artificiales emocionales que hoy reclaman su alimento, dentro de las vibraciones más densas del aura emocional del aspirante. Surge entonces una batalla inicial en la que el caminante del sendero, creyéndose más fuerte que estas sombras siniestras, que se yerguen sobre la superficie de su Cuerpo Emocional, trata de ahuyentarlas, con leves y ocasionales pensamientos y sentimientos de amor y devoción a los ideales que ha venido estudiando. Ocasionalmente, una que otra obra de servicio y, de vez en cuando, una palabra de iluminación dada a otro buscador, le harán sentirse un servidor y creerá que con esto está borrando la nefasta obra de su pasado. Pero una y otra vez las hordas emocionales negativas arremeten y le hacen morder el polvo del fracaso. Comienza entonces el gran conflicto, porque al ver el neófito que sus emociones negativas no mueren, ahonda más y más en lo profundo de su naturaleza inferior, hasta que encuentra, a la luz de la realidad, las profundas causas arraigadas que hacen de sus emociones unos gigantescos monstruos que le aplastan. Muchos han huido de tal horror, acobardados por la percepción o la visión de tales fuerzas, pues ya el probacionista no puede engañarse acerca de la realidad de lo que es y de lo que siente realmente a cada instante, por todos sus hermanos de la humanidad. Cada reacción, cada palabra, cada mirada, cada acto, cada pensamiento, producen un efecto de reacción instantánea en su Cuerpo  Mental, el cual, al estar iluminado por las verdades superiores, le está mostrando sus constantes yerros. Sin embargo, correr despavoridos no es el remedio, pues ya no podremos acallar nuestra conciencia. Hay quienes así lo hacen aún a pesar de la advertencia, apantallando sus mentes con ideales materiales, sumergiéndose en las actividades del mundo o buscando insaciablemente recursos de evasión, para no enfrentarse con la voz de su conciencia. Muchos se refugian en el cine, la televisión, los videos, los juegos o la lectura de obras que nada tengan que ver con lo espiritual, para no recordar ni por un instante, el conflicto interior que les consume. Todo, sin embargo, será en vano, porque la verdadera voz de la conciencia no se acalla y si bien permanece silenciosa a ratos, ilumina su lámpara al Ego, para recordarle constantemente su camino, y tras un largo silencio dormitando, despierta con ímpetu mayor, reavivando el conflicto, el cual también ha crecido, pues las emociones que se represan permanecen como fuerzas latentes que ganan en poder, como enemigos al acecho, esperando la menor ocasión para la emboscada, de tal suerte que evadir, dilatar, esperar, represar, posponer u ocultar, sólo significa finalmente, dar lugar a que el conflicto crezca sin que nos estemos preparando para la lucha interior. Aquellos que evaden su propio proceso, con frecuencia somatizan en sus cuerpos la presión de las fuerzas emocionales que buscan una expresión, teniendo como resultado enfermedades físicas y mentales o, con frecuencia, con posterioridad a la evasión, caen en profundas depresiones o en estados de angustia y desesperación, cuando su mente les reubica en el frente de batalla.

Tarde que temprano, el probacionista debe enfrentarse a su naturaleza emocional, con todo el poder que le confieren su voluntad, su amor y su inteligencia y, recordando que en esta lucha no se encuentra solo y que, oculto tras el velo de lo invisible, se encuentra el amor de su Maestro y tras de éste el poder de la Divina Providencia. Sin embargo, aún con fe, con amor y decisión, la guerra es poderosa y arrancará lágrimas de dolor, cada vez que el individuo crea que no resiste más. Este proceso emocional doloroso es equivalente al purgatorio en la existencia post-mortem y trae como resultado final, si el trabajo se hace bien, una purificación del Cuerpo Emocional.

El hacer bien el trabajo significa armarse de valor y fuerza interior, de fe, de esperanza, y enfrentar cada trauma, cada emoción desequilibrada, cada sentimiento vano, cada baja pasión, mediante la técnica oculta de polarización, que consiste en cultivar la virtud superior que se opone a cada emoción inferior. No se trata entonces de entablar una guerra a muerte contra nuestras emociones,  sino de llamar a nuestras filas ejércitos de paz, para dirimir el conflicto o auyentar a los monstruos más sagaces que ven acrecentarse las filas de nuestro amor, de nuestra paciencia, de nuestra humildad, de nuestra pureza, de nuestra caridad, de nuestra misericordia, de nuestra generosidad, templanza, tolerancia y compasión. El probacionista debe asumir este reto con madurez profunda, comenzando por la aceptación de que todo aquello que le sucede y toda emoción que despierta de su largo sueño o sale de su escondite, le pertenecen por entero, le corresponden honestamente a él y son el resultado de la Ley de Causa y Efecto, que trae a su existencia presente, las fuerzas que liberó en el pasado y que no redimió y las cuales necesariamente deben ser equilibradas, para que su naturaleza emocional se coloque al servicio del Espíritu y pueda convertirse en un servidor de la raza, libre de obstáculos, de cargas y de cruces.

No es este sufrimiento, sin embargo, la única experiencia del probacionismo, aunque es un paso indispensable en esta etapa. Si una persona se nos acerca diciéndonos cuán  espiritual es su vida y no trae en su historial las huellas del sufrimiento, tal individuo no ha vivido esta experiencia de conflicto interior y no se conoce a sí mismo, viviendo en la ilusión de la espiritualidad pero sin haberla vivenciado. Todo aquel que ha recorrido el camino hacia el calvario, para liberarse de las ataduras del mundo, podrá decirte cuan pesada ha sido la cruz y cuan dolorosa la corona de espinas. En contraste con este sacrificio, con esta crucifixión de la naturaleza inferior en aras de la superior, surge del corazón del aspirante sincero, un sentimiento de amor profundo por la humanidad, una fuerza espiritual que le acompaña siempre en todas sus acciones, una luz intuicional que le dirige hacia caminos de servicio. Su mente se hace más clara día tras día, sus sueños se hacen reveladores y traen mensajes internos, su palabra se hace sabia y empieza a canalizar la sabiduría divina que fluye gota a gota a través de su ser. Una que otra vez, aunque distante, se siente la presencia del Maestro, se ve su luz y se aprecia su mano, cuando recibimos ayudas misteriosas en nuestras obras de servicio. Si el aspirante es un buscador verdadero, entregado, abnegado, todos los caminos le serán mostrados, todas las puertas le serán abiertas y todos los corazones estarán dispuestos para recibir su amor y aunque, una que otra vez, muerda el polvo del fracaso, se levantará nuevamente, aún con el rostro lastimado por el dolor, para continuar avante arriba y hacia adelante siempre, siempre. En medio de su tortura sentirá un misterioso regocijo, un bálsamo espiritual que le alivia, una mano poderosa que le sostiene, una luz infinita que le ilumina. Nunca se sentirá desamparado y aunque haya pruebas, más que eso, encontrará miles de oportunidades, pues el objetivo de esta etapa no es el de tenderle trampas para que caiga, como un animal salvaje e inconsciente, sino de brindarle oportunidades de servicio a la humanidad o de facilitarle los medios necesarios para ello, con el fin de probar si es digno merecedor de la confianza necesaria para realizar la gigantesca obra del Discipulado, que es la siguiente etapa dentro del Sendero de Perfección. El Probacionismo no es, necesariamente, una precipitación de todas las deudas del destino acumuladas, como muchos creen, sino una fantástica oportunidad de saldar muchas de ellas, por la vía de la compresión consciente y del servicio a la humanidad y a los otros reinos que conviven con nosotros. El Probacionismo no es una etapa de tortura, sino de resurgimiento espiritual, donde lo único que sacrificamos es a nuestra naturaleza inferior. Si bien perdemos el goce de lo material, ganamos la dulzura exquisita del amor fraterno. Si bien cerramos nuestros sentidos al goce de lo mundano, abrimos nuestra intuición y nuestra sutil percepción a la realidad de la divino.

Queremos estimular a todos los estudiantes del mundo para que asuman el probacionismo sin miedo, más bien con alegría y con valor, recordándoles que toda facultad superior y todo poder espiritual se consiguen a expensas de una renuncia, de la pérdida de una facultad inferior o de la muerte de la naturaleza pasional.

!Adelante amigos del mundo!,  que el camino de la luz, del amor, de la sabiduría verdaderas y del poder espiritual, están abiertos a todos aquellos de corazón valiente, de mente abierta, que desean servir a la humanidad y a los reinos inferiores que nos acompañan en la gigantesca tarea de la evolución.
Aleph (A.K.)


Esta etapa del Probacionismo abarca un mínimo de 5 años después de la de estudiante. Recuerda que no se trata tan solo de una escala o de un tiempo sino de estar vivenciando todo lo que implica este nuevo estado de conciencia. Puedes nunca haber pertenecido a ninguna escuela de instrucción externa o fraternidad pero hallarte en este nivel o puedes haber estado muchos años en estas escuelas y haber alcanzado el grado pero no haber hecho  el trabajo. Así que trata de ubicarte de la manera más sincera en el punto en el que vas. De eso depende el éxito. No te menosprecies, porque la mente te ubicará más atrás en el camino, pero tampoco le sigas el juego al ego que deseará ponerte en un elevado lugar que en realidad no has alcanzado y caerás de allí como de un falso andamio o como Icaro con sus alas de cera.
Ser probacionista no implica ser perfecto, sabio o santo. Significa ser perfectamente consciente del estado de nuestra personalidad (mente, emociones, vitalidad y corporalidad) y estar en la ardua tarea de pulir ese diamante en bruto que hay en cada uno para permitir que resplandezca la luz del espíritu, pues es esta la que llamará la atención del Maestro.
Por favor lee esta comunicación varias veces y haz tu balance. Esto es de trascendental importancia. Luego, a través de los instructivos encontrarás otros temas que permitirán una autoevaluación más profunda, pues el trabajo interno que se refleja en una vida externa es la clave real del progreso evolutivo. Si bien la mente ha de prepararse bien, la naturaleza emocional ha de ser purificada como el oro en el crisol.Un abrazo fraterno,

Josevi (A.K.)

* * *

Original extraído de este sitio:

*


ALGUNAS CONSIDERACIONES EN EL SENDERO DEL DISCIPULADO


ALGUNAS CONSIDERACIONES EN EL SENDERO DEL DISCIPULADO

Queridos amigos y estudiantes de la Eterna Sabiduría:
Este sendero comenzó para unos como una simple curiosidad intelectual, para otros como un intenso llamado de su ser interior; los dos en busca de una explicación satisfactoria a los misterios de la vida y del ser. Largos caminos recorren los estudiantes esotéricos, por intrincados laberintos del conocimiento, tratando de hallar una enseñanza coherente, entre el gigantesco bosque de información que existe en la actualidad. Muchos libros y escuelas esotéricas han aparecido hoy, después de ese maravilloso auge de finales del siglo XIX, cuando los Maestros decidieron dar un nuevo impulso espiritual y contactaron a diversos mensajeros, algunos nuevos en el camino, en tanto que otros, antiguos iniciados que contribuyeron al plan de los  elevados  directores e instructores encargados de la presente época de la civilización. Unos pocos estudiantes han logrado una verdadera síntesis de la enseñanza espiritual en lo que concierne al propósito, origen, plan, método y organización de la evolución de la vida y de la forma en por lo menos este sistema solar. De entre estos, algunos más osados o con gran ímpetu se han atrevido a dar el paso de reestructuración de la personalidad necesaria para aspirar a un desenvolvimiento superior. La mayoría han quedado estancados en grupos o movimientos donde el fanatismo ha hecho mella y se ha convertido en un lastre que impide la elevación de la consciencia. Por doquier hay escuelas, grupos, sectas, cárceles de ideas donde muchos se hallan atrapados siguiendo complicadas normas de restricción, con la esperanza de que una disciplina externa les permita encender el foco de la consciencia superior. Muchos han perecido en el intento o han pasado a engrosar las filas de los insanos, locos, esquizoides, intolerantes, separatistas y desnutridos del mundo, sin hallar otra cosa que la vanagloria, el espejismo, la egolatría o la enfermedad, porque la represión de las fuerzas de la personalidad, entiéndase por ello pulsiones, instintos, energías vitales, emociones, sentimientos y vicios mentales, solo ha conducido a que éstas ganen fuerza y arrasen con la estructura, al igual que una presa de agua sin salida termina por romper el dique y llevarse todo a su paso.
Aquellos que, bien guiados o haciendo uso de su propia luz interior han emprendido el sano camino de la transformación de la personalidad, mediante paciente observación, discernimiento y enfoque de sus propias fuerzas en el desenvolvimiento de valores elevados, han empezado a caminar el sendero de los llamados probacionistas del mundo, los que, como su nombre lo indica se prueban a sí mismos que, mediante la Voluntad no represiva, el Amor sin apegos y la inteligencia iluminada por la luz del Yo Real, es posible elevar la vibración de sus vehículos físicos, etéricos, astrales y mentales, con el objeto de preparar tales instrumentos para un trabajo más elevado que la simple tarea de sobrevivir y acumular sin sentido trascendente alguno. Estos probacionistas, pertenezcan o no a una escuela específica, pues no es una escuela sino el estado de consciencia lo que confiere tal condición, están, si han hecho bien su trabajo, a la espera de algo más, con la esperanza de hallar algún instructor de orden más elevado o vale decir con algún grado de iniciación, quizás algún discípulo o un Maestro. Pero, ¿dónde hallar a tan preciado Ser? Y antes que eso, ¿cómo hallarlo? ¿Basta ser un probacionista y ya? Seguramente que no, o de lo contrario el mundo estaría lleno de discípulos ya que las escuelas de misterios han alojado en sus aulas y graduado con tal nombre a muchas personas y, por otra parte, otros tantos o más, sin ser decididamente esotéricos, tal vez místicos, artistas, científicos, economistas, magos, o practicantes de otros modos de acceder a altos niveles de transformación, según el llamado del rayo al que pertenezcan, han alcanzado un estado equivalente. La mayoría de estos, que en verdad no son muchos, se han quedado ahí, probacionistas y ya, a la espera de que algo milagroso suceda y el Maestro, sin más, se aparezca delante de sus ojos.
Ya expresé hace algunos años en un artículo titulado: ”El Discipulado: la etapa decisiva”, que escribí bajo el pseudónimo de Aldebarán, algunos requisitos a cumplir por el aspirante a discípulo. En verdad los Maestros observan con gran beneplácito el esfuerzo del Probacionista pero se quedan sin elementos para poder contactar al aspirante porque la mayoría de ellos han caído en el estado llamado satisfacción. Se conformaron con llegar a esa etapa y ahí quedó el asunto. Prueba de ello es la gran escasez de discípulos encarnados en contacto con un Maestro verdadero en los días actuales de principios del siglo XXI.
¿Se olvidaron los Maestros? O es que ¿acaso el egoísmo corroyó el corazón de los discípulos y estos callan para que otros no puedan hallar la puerta? Y si es así, ¿cómo es que llegaron a ser discípulos?
La realidad es simplemente que los alumnos no están preparados ya que se sigue cumpliendo el viejo aforismo de que “cuando el alumno está preparado aparece el Maestro, y solo entonces”.
Algunos dirán que se ven por doquier seres que dicen ser contactados y difunden cientos de mensajes de Maestros de este plano, de otros planetas y hasta de seres intergalácticos. Si bien es verdad que existen tales mensajes, ¿provienen en realidad de Grandes Maestros de la Jerarquía? La mayoría de estos mensajes son simplemente jardines de flores llenos de hermosas palabras que buscan más conmover y tocar los sentimientos, o apocalípticos discursos que recurren a la ya caduca técnica de intimidar para lograr conversiones. Los de mejor contenido no logran ir más allá de repetir o parafrasear lo que ya dijeron otros libros o instructores del pasado siglo XIX. ¿Dónde están las nuevas enseñanzas?  ¿Dónde la actualización de métodos acordes con individuos del siglo presente? La mayoría de los probacionistas se han quedado ahí porque siguen patrones de adiestramiento de hace dos siglos. Los discípulos de esos tiempos como H.P. Blavatsky, y otros que bebieron de la misma fuente como Annie Besant, A.P. Sinnet, Rudolf Steiner, Dione Fortune, Alice Bailey, Max Heindel, Manly Hall, Damodar Malavankar, Paramahansa Yogananda, Vivekananda, Ramana Maharshi, Franz Hartman, Kabaleb, Torkom Saraydarian, Baad Ha Sulam, Jiddu Krishnamurti, por nombrar tan solo algunos de las distintas corrientes, doctrinas y escuelas, nos sorprendieron con obras completas de muchos volúmenes de nuevas enseñanzas que siguen siendo excelentes y de gran iluminación y aplicación en estos tiempos. Eso es lo que se espera de los discípulos de los tiempos modernos: nuevas enseñanzas, profundización de las antiguas, labores específicas encaminadas al desenvolvimiento espiritual de la humanidad, amplia difusión de métodos para el despertar de la mente superior y el alcance de elevados niveles de conciencia y no únicamente simples mensajes de color rosa o discursos intimidatorios basados en el fin de los tiempos o que busquen despertar solamente el lado devocional. A este respecto, si bien es cierto que este aspecto del desenvolvimiento espiritual es importante, el aspirante al discipulado debe trabajar para superar la etapa de las religiones del miedo y de las normas estrictas que conllevan al fanatismo, la obsesión y la psicorigidéz mental. Estas son etapas anteriores al desarrollo del discípulo. El aspecto devocional de éste se trabaja individualmente e involucra conceptos más amplios acerca de la Divinidad que están lejos del ritualismo de antiguos tiempos.
El discípulo verdadero es fiel representante de la labor de su Maestro y ésta se verá a las claras, así como su enseñanza y una vida consecuente con lo que promulga. Hay que cuidarse de los espejismos de los falsos maestros que envían mensajes, no siendo más que entidades del mundo astral y que promulgan métodos de desarrollo basados en pretendidas meditaciones que solo desarrollan la visualización de imágenes. Esto es simplemente astralismo, el cual realmente dista poco del espiritismo (o más bien es espiritismo maquillado), método caduco que sirvió en el siglo XIX.
El discípulo verdadero desafía los espejismos que envanecen y agigantan al ego inferior o personalidad, pues sabe que el Maestro es realmente un ser de alto Conocimiento y Sabiduría y no simplemente un encantador de serpientes. El aspirante a discípulo ha de saber que nadie que no haya trabajado intensamente para desarrollar la sensibilidad superior, distinta totalmente del psiquismo inferior propio de los médiums, y la facultad de percepción extrasensorial o telepatía, no puede contactar realmente con un Maestro para ser su mensajero, pues las elevadas facultades de la clarividencia y proyección astral consciente son propias del discípulo avanzado, a menos que hayan aparecido como resultado del desarrollo alcanzado en otras encarnaciones, caso en el cual el discípulo lo recordará conscientemente.
Todo aquel que en la actualidad se considere un probacionista ha de evaluar si su entrenamiento esotérico la ha llevado en realidad a esa etapa del sendero. Esto implica que ha superado satisfactoriamente la etapa del estudiante esotérico serio o aplicado y que ha logrado más que una mediana síntesis de conocimientos en relación con el Plan, la estructura del universo y la manera como se relaciona con el entorno cósmico. Si sus conocimientos son superficiales quiere decir que no ha superado esta etapa convenientemente. Vale la pena resaltar aquí que el objetivo de este estudio profundo no es el adoctrinamiento o la filiación a un grupo esotérico o filosófico en particular, sino el proceso de apertura mental necesario para las intensas etapas posteriores del desarrollo de la conciencia. Todas las profundas abstracciones en las que se ve involucrado el aspirante que investiga los mundos sutiles, las corrientes de vida evolucionante, las jerarquías creadoras, etc., tiene por objeto real tender un pequeño hilo entre su mente concreta y su mente abstracta, primer punto de conexión con su Yo Superior o Ego Real. Es aquí importante que el estudiante investigue con una mente completamente abierta todas las cuestiones referentes al tema esotérico, con el objeto de que tienda muchos hilos diminutos que construyan un sendero real hacia su mente abstracta y de ésta al Mundo del Pensamiento Abstracto, donde conectará con las ideas arquetípicas de la creación presente. Este proceso se completa durante el discipulado mediante la construcción real de un puente que permite al aspirante hacer contacto con la sabiduría del Plan Primordial (contacto con la “internet cósmica”).
Además de esto, el probacionista debe evaluar si la forma como lleva su vida es acorde con los principios que aprende y manifiesta. Esto implica que habrá aprendido a manejar debidamente sus relaciones familiares y sociales mediante una verdadera ciencia del contacto en los que la tolerancia y el amor son las notas claves. A estas alturas del sendero, el caminante debe estar libre de vicios o hábitos destructivos, tales como las adicciones y las obsesiones; y en un alto grado, debe estar observando y trabajando sus apegos a lo material, a los vínculos, a las emociones y al conocimiento; y debe haber surgido en El un intenso deseo, más espiritual que emocional, de encontrar la luz interior. Esto implica cierto grado de desazón o angustia existencial en la que seguramente habrá pasado por fuertes estados de apatía y conflicto con la realidad del mundo, los cuales trabajará mediante la aceptación del estado y necesidad evolutoria de todas las criaturas de su entorno y la percepción clara de que El se encuentra en el lugar correcto para el tipo de experiencia que necesita desarrollar según su nivel de conciencia. Al momento de haber alcanzado esa imperiosa necesidad de hallar la verdad sobre la realidad de la existencia, lo que llaman los cabalistas haber alcanzado el punto en el corazón, podrá entonces encontrar la puerta que lo conduce al discipulado; grado que, al igual que el del probacionismo, no es dado simplemente como un título de graduación de una escuela, sino por el hecho de haber alcanzado el nivel de conciencia y la intensidad vibratoria, requeridos para un proceso profundo de expansión de conciencia que le permita inspeccionar por si mismo facetas de la realidad trascendental, que no podría alcanzar mediante el pensamiento convencional que manejan la mayoría de los humanos.
Y ¿dónde podrá encontrarse el instructivo necesario para dar el siguiente paso? Ya sabemos que no hay que ir a ningún lugar, pues como dijo el Maestro Jesús: “El reino de los cielos está dentro de vosotros” indicando con esto que es un proceso interior y no una peregrinación externa, lo que conduce al candidato a la conexión perfecta.
En el pasado ha habido cierta censura con relación a la manifestación pública del grado alcanzado en el proceso de desarrollo, lo cual hace creer que nunca un discípulo o iniciado revelará públicamente su condición. Si estudiamos la vida de los discípulos de otros tiempos podremos ver que en realidad esto no fue así, y que abiertamente revelaron ser discípulos de este o aquel Maestro y algunos hasta revelaron su grado iniciático. Lo lógico es que aquel que ha encontrado una luz más brillante y ha tomado la decisión de alumbrar el camino de los que vienen tras de él, encienda su lámpara y alumbre la vía. La luz que irradia de él, revelará su verdadera estatura espiritual. Es necesario en estos tiempos modernos que los discípulos se muestren de cara al mundo como lo hicieron antaño, y señalen el camino a aquellos que han hollado satisfactoriamente el sendero de probación. Muchos libros, escuelas y doctrinas han conducido a los estudiantes aplicados hasta este estado de prueba y seguramente estarán listos para dar el siguiente paso. Se hace necesario ahora establecer grupos de trabajo con el claro propósito de conducir a los aptos hacia el discipulado, ya que se requiere un entrenamiento adicional al del probacionista para alcanzar el nivel suficiente que permita un contacto real. Esta es la nueva dinámica que ha sido propuesta para estos últimos años de la era de Piscis, y muchas escuelas están de acuerdo en ello. Como siempre pasa, nivel tras nivel, lo esotérico se va haciendo exotérico, lo cual significa  que poco a poco los antiguos misterios deben ser revelados, debido al avance general de la gran masa evolutiva.
Estas escuelas o grupos del discipulado no son abiertas simplemente para probacionistas, sino que también aceptan estudiantes de diversos grados que tengan el suficiente ímpetu, la suficiente sed espiritual y deseen avanzar hacia un contacto real con el Maestro. Es obvio que estas escuelas deben ser dirigidas por un discípulo o grupo de discípulos que simplemente marcarán la pauta del trabajo a realizar con el fin de lograr un resultado real. Cada estudiante debe identificar el punto del sendero donde se encuentra, sin engaños, sin espejismos, sin falsas ensoñaciones y decidirse a crecer a partir de ese punto particular. Poco a poco los discípulos del mundo van a ir dando la cara, no solamente en el campo esotérico sino también en todas las áreas del desenvolvimiento humano, según la necesidad evolutiva adaptada a los distintos rayos. Algunas verdades antiguas serán revestidas con ropajes modernos y nuevas verdades aparecerán. Todos los verdaderos aspirantes que estén cansados ya, de las artimañas del ego inferior y hastiados quizás de los sinsabores del mundo y de la inercia de su propio avance espiritual, están invitados a participar de la nueva metodología para hallar la vía al discipulado que impone la ola evolutiva presente.
Ha llegado el momento en que este trabajo ha de ser realizado y ya tal vez hay muchos grupos avanzando hacia ello. Quien aquí escribe, está dispuesto a iniciar en forma masiva este trabajo, que ya comenzó hace algún tiempo a sugerencia del Maestro, el cual considera que ha llegado el momento de salir del anonimato para que se genere una dinámica real y efectiva de trabajo espiritual que conduzca a todos aquellos que estén preparados, hasta los pies del Maestro.
Quien estas líneas escribe hizo contacto con su Instructor en el año 1979 a la edad de 20 años, y desde entonces fue preparado para entrar en el sendero y desarrollar el presente trabajo. Habiendo recorrido ya muchos caminos y fases de entrenamiento, ha decidido abiertamente  arrojar nueva luz sobre el camino. Es por eso por lo que estamos enviando esta comunicación a antiguos y nuevos caminantes, a viejos y nuevos amigos.
Adelante caminantes, adelante siempre, siempre.
José Vicente Ortiz Zárate (A. K.)

original extraído del siguiente sitio: