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AUTOANALIZÁNDONOS PROFUNDAMENTE - Francisco Nieto


AUTOANALIZÁNDONOS PROFUNDAMENTE

            Analizando la evolución de la humanidad a través del esoterismo podemos afirmar que el estado actual de la misma se ha alcanzado gracias a las leyes de Renacimiento y de Consecuencia; analizándola desde el punto de vista de la misma humanidad podríamos afirmar que ha sido gracias a la religión, al arte y a la ciencia; pero analizándolo como individuo desarrollado psicológica y espiritualmente, tendríamos que decir que también ha sido gracias al esfuerzo y a la persistencia que cada uno hemos puesto en llevar a la práctica nuestra propia filosofía de vida basada en todo lo anteriormente mencionado. Todas las religiones de razas han tenido y tienen unas enseñanzas que han ayudado al hombre a desarrollar su aspecto interno y esto se ha conseguido cuando se ha llevado a la práctica su aspecto filosófico y psicológico. Todas las religiones han dejado grandes obras literarias espirituales y otras enseñanzas ocultas (India, Tíbet u occidente entre otros), otras escuelas han dejado escrito profundas filosofías o “Misterios” (Grecia o Egipto) y entre todas ellas se creó una nueva enseñanza basada en los símbolos, (astrología, magia, ocultismo, alquimia…) y todo con el único fin de ayudar en la evolución de cada individuo.

            El hombre actual llegó a ser “humano” gracias a las Jerarquías Creadoras que,  evolutivamente hablando, van por delante nuestro y cumplen el “Plan de Dios”, pero a partir de hacerse autoconsciente en la Época Atlante es el hombre mismo quien se hace responsable de su destino y de su evolución, esforzándose y avanzando o no esforzándose y muriendo casi como nació. Así es que siempre hemos necesitado ayuda, tanto antes de la autoconsciencia como individuos humanos como después de la misma, y esa ayuda siempre ha estado a disposición del que se ha querido esforzar por ser diferente. Quien no progresa, se desarrolla y se diferencia más del grupo es porque no quiere, no se esfuerza o no comprende la manera en que esas ayudas le pueden servir. Son muy pocos los que se conforman con lo que  tienen y con lo que son, incluso los deseos de elevación temporales o los problemas y el descontento con las circunstancias que nos rodean son suficientes para hacer que nos sacrifiquemos por ser diferentes y actuar de otra manera. Estamos tan acomodados y satisfechos con lo que somos y tenemos que no queremos esforzarnos en cambiar ni en saber quiénes somos y qué potencial tenemos. Solo el hecho de esforzarnos en saber quiénes somos y el desarrollo individual que podamos alcanzar (hacernos diferentes) nos puede facilitar una serie de facultades y poderes que  ni siquiera imaginamos, pero para alcanzar esto, primero hay que comprender lo que somos, las posibilidades y herramientas que tenemos a nuestro alcance, y (muy importante) lo que no somos y creemos ser. Por consiguiente, el hombre debe conocerse a sí mismo y para ello también debe autoanalizarse profundamente.

            Para la mayoría de las personas es difícil admitir y creer que somos autómatas, que no actuamos como un verdadero Yo, y que tenemos los suficientes medios para comprenderlo y dejar de actuar como lo que no somos. En cada momento actuamos de diferente forma (como diferentes yoes) según las influencias, circunstancias o impactos externos. Respondemos y nos expresamos en pensamientos, deseos, emociones, palabras y acciones según lo que nos llega, según lo que sentimos y según las experiencias y lo guardado en la memoria y en el subconsciente. Sin embargo y aunque creemos que somos nosotros como yoes los que actuamos, pocas veces es así porque, en realidad, podríamos decir que las cosas suceden porque somos llevados de un sitio para otro por los hilos de las circunstancias, de los diferentes vehículos (cuerpos del Yo superior o Ego) y de la escala de valores que cada uno de nosotros tenemos. Comprender esto es dar un primer paso para comenzar a cambiar y a ser diferentes de la mayoría. Está claro, pues, que si no comprendemos que somos autómatas o no queremos admitirlo, poco podremos cambiar y moriremos más o menos con el mismo desarrollo que traíamos al nacer. Creemos ser una individualidad porque nos identificamos con un nombre, por las sensaciones que nos produce el cuerpo físico y por la educación, experiencias y costumbres que hemos adquirido. Pero la realidad es que cada pensamiento, sentimiento, deseo, palabra y acción son manifestados (generalmente) sin voluntad ni consciencia, lo que nos viene a decir que son falsos yoes. ¿Y por qué decimos que no actuamos como una individualidad o verdadero Yo? Pues porque cada  una de estas manifestaciones o expresiones no parten desde un mismo centro psíquico ni están coordinados por una misma voluntad y conciencia sino que cada una de ellas surge de manera independiente dependiendo de las impresiones y circunstancias externas.

            Estas expresiones automáticas o instintivas pueden tener relación entre ellas en un momento dado pero también pueden estar cambiando constantemente sin que nosotros lo impidamos, (por ejemplo la mente pensante, los deseos o las emociones) porque no hay control ni, por consiguiente, orden ni sistema. Estas expresiones, respuestas automáticas, etc., son pequeñas partes (yoes) de la personalidad que tienen su ubicación y relación con el cerebro y con la mente pero que no tienen que ver nada con el Ser representado como voluntad y consciencia; por tanto y aunque pretendan representar a la individualidad o Ser no lo son. Comúnmente, cuando decimos “yo” o “yo soy” creemos que lo estamos diciendo como el verdadero Yo, Alma o Ego, sin darnos cuenta de que es la personalidad quien está suplantado a la individualidad. Así, podemos afirmar, creer, ver, pensar o desear algo según lo estamos percibiendo (un yo personal) y al rato podemos cambiar de opinión y afirmar otra cosa porque otro yo personal nos “habla” más fuerte y más claro. Está claro, pues, que para comenzar a cambiar hay que analizarse y hay que desarrollar todo aquello que creemos ser (una individualidad con voluntad y consciencia) además de comprender cuáles son los poderes o herramientas que tenemos y cuáles faltan. Pero, como he dicho, lo primero es admitir que lo que creemos ser no es el verdadero Yo o Ego y que tenemos que observar y analizar lo que somos para poder convertirnos en lo que aún no somos.

            El primer paso en este sentido es actuar como consciencia, es decir, darnos cuenta de la actividad mental que como personalidad tenemos; observar atentamente cómo respondemos a través de los diferentes cuerpos (cuerpo mental, emocional y físico); darnos cuenta de que somos “algo” separado de todo eso; y observar a la personalidad respecto a lo que hace, lo que sabe, dónde está, cómo reacciona, etc. Esta es la manera de hacernos conscientes de nosotros mismos (como un Yo superior) de separarnos de la personalidad y de conocernos a nosotros mismos actuando siempre que podamos como consciencia. Cada uno de nosotros hemos llegado a desarrollar las bases de cada personalidad antes y después de la muerte pero es a partir de cada renacimiento cuando, en cada vida, se forma el carácter y personalidad que confundimos con la individualidad. Pero, lo mismo que cada personalidad es diferente en grado de desarrollo físico, moral e intelectual, también la conciencia o Yo superior de cada uno es de diferente grado como podemos ver en el hecho de que algunos se pueden hacer conscientes de sus actos fácilmente, mientras que otros ni siquiera admiten esa posibilidad.

            Cuando un aspirante a la vida superior desea llevar a la práctica estos conocimientos tendrá o podrá alcanzar diferente grado de conciencia dependiendo del tiempo y momentos que sea consciente al cabo del día y del alcance y profundidad de esos momentos de conciencia. Por tanto, el autoanálisis que queremos explicar aquí con la intención de ayudar al desarrollo de la individualidad, lleva a la autoconsciencia de uno mismo y a conocerse y a observarse como consecuencia. Debe quedar claro que el hecho de observar el mundo que nos rodea, de recordar o de pensar, no significa “ser consciente” o autoconsciente, porque son precisamente esos hechos los que, por lo general, crean la ilusión de ser conscientes de nosotros cuando no es así. Yo puedo estar pintando uno de mis cuadros concentradamente con el pensamiento de que estoy pintando y, sin embargo no ser consciente de ello, es más, por la noche puedo verme en una retrospección pintando dicho cuadro y tampoco ser consciente puesto que solo estaría trabajando con la imaginación y la memoria. Sin embargo, si observo atentamente mi mano mientras pinta, (sin pensar) y voluntaria y conscientemente la dirijo y controlo como una herramienta que me pertenece como Yo, entonces me hará autoconsciente de ese momento presente.

            La humanidad ha pasado por varios estados de conciencia muy similares a los de los reinos que nos siguen, actualmente se dice que evoluciona en dos estados llamados de sueño y de vigilia, pero que en un futuro desarrollará otros superiores entre los que se encuentra el de la conciencia de sí mismo. Lo cierto es que, aunque nos parezca difícil de creer, nuestro estado de conciencia de vigilia es muy parecido al de sueño porque, como algunos dicen hoy, estamos dormidos. ¿Por qué digo esto? Pues porque, como he dicho antes, no somos conscientes de lo que somos y lo que hacemos como individualidad o verdadero Yo. Pocas personas y pocas veces son conscientes de lo que ocurre en ellas o a su alrededor salvo en ciertas situaciones notables por su originalidad, emocionalidad, peligro o de silencio mental. Son precisamente estos esporádicos momentos de consciencia los que quedan muy claros en la memoria, pero aunque sean momentos de consciencia no tenemos control sobre ellos. Como podemos ver, si queremos ser progresivamente más conscientes debemos eliminar de nosotros la creencia de que nos conocemos y de que somos lo que creemos ser (hay que superar la ignorancia) y analizarnos detalladamente para ver cómo funcionan las partes de ese “todo” que llamamos personalidad.

            El hombre piensa, siente, tiene un aspecto instintivo interno que, entre otras cosas, mueve el organismo, y tiene una función motriz relacionada con el cuerpo físico. A nosotros nos interesan principalmente los aspectos del sentir (cuerpo de deseos o emocional) y del pensar (cuerpo mental) ya que el aspecto superior de estos cuerpos que desarrollaremos en el futuro, no son tan influyentes como los otros. Nuestra manera de utilizar la mente (procesos mentales, razón, imaginación, comparación, etc.) suele estar unida al sentimiento, al deseo o a las emociones (vicios, alegría, miedo, odio, etc.) y por eso tienen que ser comprendidas y observadas detenidamente como funciones de sus correspondientes cuerpos que actúan principalmente en el estado de conciencia de vigilia. Dejando a un lado el estado de conciencia de sueño por ser un estado subjetivo y pasivo donde no hay orden ni control voluntario, nos centraremos en el estado de conciencia de vigilia que es dónde actuamos, nos expresamos y creemos ser conscientes.

            Ya hemos dicho que la humanidad ha pasado por unos estados de conciencia similares a los que están pasando los reinos de la naturaleza que nos siguen, nuestro anterior estado fue el de sueño con ensueños y el anterior a este fue el de sueño. Es decir, pasamos de vivir en una conciencia vegetal (sin imágenes) a otra animal con imágenes en nuestro interior como ocurre en los sueños; de aquí que se diga que la conciencia evoluciona y tiene grados. Pero desde que adquirimos la mente y percibimos el mundo físico (fuera y no dentro de nosotros) creemos que estamos en el estado de conciencia de “despierto” como opuesto al de “dormido”, y sin embargo no es así porque nos encontramos más bien en una etapa intermedia entre sueño con ensueños y despierto. Lo mismo que en el pasado percibimos y tomamos conciencia del mundo físico progresivamente hasta llegar al estado de vigilia, también ahora estamos obteniendo el estado de conciencia de “despierto” progresivamente para que, cuando lo alcancemos seamos total y perfectamente objetivos; a partir de entonces se desarrollará el superhombre futuro. Por este motivo nos influyen todavía los sueños, estamos pasando de un estado subjetivo a otro futuro objetivo sobre nuestro Ser, es decir, en el pasado no reconocíamos al Yo sino que nos guiábamos por los muchos yoes (sobre todo del cuerpo emocional) y al obtener la mente estamos empezando a tener vislumbres del Yo pero aún nos queda mucho para que suplante a la personalidad. Ahora distinguimos entre nosotros como personalidad y todo lo demás que nos rodea, pero no estamos lo suficientemente despiertos como para distinguir y actuar como el verdadero Yo o individualidad separada de sus cuerpos. De aquí que por tener una conciencia de personalidad (dominada por los prejuicios, impactos, miedos, deseos, sentimientos, pensamientos automáticos, instinto, imaginación, etc.) y no la del Ego, digamos que estamos semidespiertos. Si estuviéramos despiertos no nos dejaríamos dominar por todos esos aspectos de la personalidad y seriamos más objetivos en los asuntos que llevan al desarrollo del Alma.

            La conciencia que estamos desarrollando progresivamente en la etapa actual de la evolución se podría llamar consciencia de sí  y gracias a ella seremos objetivos respecto a nosotros mismos en un futuro próximo, pero lo que separa estos dos estados intermedios de la consciencia son los sueños, la imaginación, el instinto, los sentidos y otros estados subjetivos de la conciencia. Pero el hombre seguirá semidormido mientras no se dé cuenta de que se encuentra en ese estado de inconsciencia de la realidad. Al igual que en el sueño no somos capaces de distinguir los sueños de lo que actualmente llamamos “realidad”, tampoco la mayoría de las personas distinguimos la diferencia entre la conciencia actual de semidespiertos y el verdadero despertar que nos permite ver la realidad. En el estado semidespierto podemos conocer la realidad de una forma muy relativa, pero sólo cuando alcancemos la conciencia de sí podremos conocer la realidad sobre nosotros mismos y para ello hay que empezar por observarnos, conocernos y analizarnos profundamente. Sólo en la siguiente etapa evolutiva conoceremos la realidad del mundo en que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser. Para alcanzar la autoconsciencia o conciencia de sí debemos poner en acción la voluntad todo el tiempo posible y esto dependerá siempre del dominio propio, es decir, del poder que tengamos, particularmente, sobre el cuerpo de deseos y sobre la mente. Si nos preguntamos a nosotros mismos que si somos conscientes, en ese momento diremos que sí porque la pregunta misma nos lleva a conciencia de sí mismo, pero a continuación estaremos influenciados y dominados por los hábitos, la imaginación, el instinto o por la mente que estará pensando sin control por parte de la voluntad que es complementaria de la consciencia; mejor dicho, volveremos a estar semidespiertos.

            El párrafo anterior nos lleva a comentar algo sobre las escuelas. La vida es una escuela y en cada renacimiento aprendemos y elevamos la conciencia gracias a la “programación” que traemos y que hemos asumido y aceptado antes de renacer pero, como todo en la evolución y como los niños en el colegio, tiene que haber medios por los cuales podamos acelerar el aprendizaje y desarrollar nuevos poderes. Las religiones y escuelas actuales (metafísica, hinduismo, teosofía, autoayuda y espiritualidad entre otras) pueden ayudar a dar un paso más hacia ese despertar futuro pero hay otras que ayudan a desarrollar la conciencia de sí mismo o del Yo superior. Las escuelas que en ocultismo llamamos iniciáticas tienen métodos que no se pueden encontrar y no se pueden comprender con la consciencia de semidespiertos y por eso solo llegan a ella los que (porque está en su destino) se acercan o están preparados para ampliar la conciencia gracias a sus enseñanzas. Estas escuelas tienen un método por medio del cual y progresivamente los aspirantes reciben una enseñanza individual que no sirve para todos ni se puede dar públicamente. De aquí que, quien en su grado de desarrollo, se haya dado cuenta de que necesitan algo nuevo y superior para continuar, necesite una escuela. Otra cosa es que su voluntad se debilite o que no quieran esforzarse en seguir sus métodos y enseñanzas y se marchen, o también, que una vez aprendido todo lo que creen necesario decidan marcharse y poner en práctica esas enseñanzas toda su vida. Pero, de cualquier forma, las escuelas de Misterios son y serán necesarias para todos y estar en ellas requiere mucha paciencia, persistencia, sacrificio, esfuerzo y voluntad.

            Volviendo de nuevo al estudio y análisis del hombre tenemos que decir que éste se divide en dos partes: primera, la personalidad que ya hemos explicado y que es el falso yo  u hombre y, Segunda el Ego o Alma que es el verdadero Yo superior o Ser. La personalidad está compuesta de cuatro cuerpos que sirven como vehículos para el Ego, estos se pueden cambiar pero también perjudicar. El Ego o Alma es la esencia de todas las experiencias obtenidas con dichos vehículos y a lo largo de todos sus renacimientos como humano. La personalidad está compuesta por todo lo aprendido consciente o inconscientemente (educación, enseñanzas, experiencias, por imitación o instinto, etc.) y ésta se puede manifestar mejor o peor dependiendo de la influencia o poder que el Ego tenga sobre ella. Por tanto, cuando el Ego domina la  personalidad ésta se interesa por lo que es bueno para ella, pero cuando domina la personalidad, ésta se interesa por lo que es malo para el Ego. La personalidad es imprescindible para el Ego porque sin ella no habría evolución, por eso y partiendo de un equilibrio entre ambas partes, es el Ego quien debe manifestarse cada vez más en la personalidad gracias a que la personalidad trabaje a favor del Ego.

            El Ego no es la mente ni sus otros cuerpos, ni siquiera vive en el tiempo pasado o futuro, él vive en el presente mientras que la personalidad vive casi siempre en su pasado o en su posible futuro. El hecho de creer que somos la mente y de pensar que la naturaleza de deseos o emocional forma parte nuestra es lo que hace fuerte a la personalidad. El Ego vive en el presente, en el ahora, y cuando, como observadores, nos separamos de la mente estamos acercándonos a la conciencia de despiertos  y a la realidad; entonces dejamos de preocuparnos y de pensar en lo que piensa la personalidad. Por el contrario, cuando, basándonos en la personalidad, centramos la atención en las cosas pasadas o imaginamos otras para el futuro, la personalidad goza entre tantos hechos (problemas, goces, deseos de placer, sentimientos, preocupaciónes, planes de futuro, etc.) y se hace fuerte no permitiendo que el Ego esté presente. A la personalidad no la gusta vivir en el presente porque teme (por miedo a su aniquilación) que se produzca un vacío mental donde el Ego se haga consciente y la quite poder. La personalidad no puede conocer directamente y se vale de juicios, opiniones o etiquetas, pero el Ego sí puede conocer directamente y por eso hay que analizar los cuerpos y sus expresiones para controlarlos y silenciarlos cuando haga falta con tal de que haya consciencia en todo momento. Con la auto-observación tomamos consciencia en el momento presente, con la observación de la mente escapamos de sus garras y el hecho de darnos cuenta de que no somos conscientes de la realidad nos facilita la consciencia de sí.

La estructura  de los cuerpos, sus habilidades y sus debilidades pertenecen al Ego, pero el desarrollo o contenido de cada cuerpo pertenece a la personalidad. Y como la personalidad no es real y se complace y goza en lo que contiene no quiere ser subordinada ni quiere conocer la realidad de sí misma porque si así fuera desaparecería como tal, de aquí que sea tan necesario conocerse a sí mismo. Desde la antigüedad, todas las verdaderas escuelas han aconsejado a sus neófitos conocerse a sí mismos  pero no significa que debamos conocer cuáles son nuestros gustos, deseos, inclinaciones o aspiraciones, sino conocer de lo que estamos compuestos y cómo funciona cada una de las partes. Por eso, la primera norma para adquirir la conciencia de sí mismo es la auto-observación y análisis respecto a distinguir las diferentes funciones y sus posibilidades y tendencias. Cuando comenzamos a observarnos a nosotros mismos, nos damos cuenta rápidamente de que hay cosas agradables y útiles y otras que son  lo contrario, pero también que cuanto más control tenemos sobre los aspectos negativos menos pueden perjudicarnos. La imaginación es difícil de controlar y en cuanto nos descuidamos nos lleva por caminos que no hemos elegido mientras nos observamos, es más, cuando imaginamos algo que nos agrada terminamos viéndolo como verdad, lo que nos lleva a estar  tan dormidos como cuando creemos que somos la mente o las emociones.

Otro error es aceptar las emociones negativas como parte necesaria nuestra y de esto nos damos cuenta cuando nos oponemos a ellas (ira, celos, envidia, desconfianza, crítica, etc.) Estos aspectos personales, entre otros, como por ejemplo el hecho de hablar constantemente, deben ser resistidos y neutralizados para obtener poder sobre ellos. Por todos estos hechos decimos que somos autómatas y que actuamos y nos expresamos sin consciencia y sin voluntad real, y es que, a la mínima que dejamos de observar cómo funcionan y cómo se manifiestan nuestros cuerpos volvemos a caer en el sueño de lo irreal. El mayor beneficio de la auto-observación es descubrir de qué manera y hasta qué grado nos identificamos con el mundo que nos rodea. El hombre se pasa casi toda su vida identificándose con sus creencias, con sus deseos, con lo que siente, con lo que le atrae, con lo que dice y con sus pensamientos; se ve tan atraído por todo ello que le cuesta mucho aislarse como el yo individual que es. De hecho, esa es la causa de sus respuestas y expresiones automáticas e instintivas, si el hombre dejara de identificarse tanto con todos esos aspectos internos y externos no expresaría tantas cosas absurdas e  inútiles.

A lo largo de la evolución, el hombre ha ido progresando según su adaptación y esfuerzo al medio donde han renacido y según la época. Esto ha dado pié a que se diferencie en subgrados de conciencia de acuerdo al dominio que cada cuerpo tenga, así hemos pasado por:

1º.- El hombre que se manifestaba físicamente por instinto.
2º.- El que se manifestaba principalmente según sus deseos, sentimientos y emociones sin apenas razonamiento.
3º.- El que se manifiesta más con la razón sobre el instinto y el cuerpo de deseos (el nivel en que es posible encontrar una escuela.

            Los futuros grados surgen todos a partir de una escuela que es cuando se comienza a adquirir la conciencia de sí mismo, es decir, cuando comprendemos nuestra posición real y cuando intentamos desarrollar la voluntad y la conciencia del Yo superior. Naturalmente que la conciencia se seguirá desarrollando en grados y subgrados hasta que alcance la conciencia divina donde el Yo sea libre y haya desarrollado todos los poderes que actualmente tiene latentes.

            Esto nos lleva a analizar más profundamente el tema de la identificación. El hombre ha llegado a ser y a obtener esas gradaciones de conciencia gracias (principalmente) a los impactos y sensaciones del mundo externo o físico, y para demostrarlo sólo tendríamos que imaginar a una persona que desde que nace se le pudiera aislar de toda clase de impresiones externas. Aunque este hecho es imposible, podemos comprender que esa persona no podría responder o expresarse de ninguna manera, sin embargo, está claro que en el esquema evolutivo que Dios ha creado para el hombre entran en juego los diferentes cuerpos receptores y transmisores. Esto es así hasta tal punto que esos cuerpos evolucionan y son capaces de transmitir y recibir cada vez más elevadas vibraciones de los mundos superiores. Por otro lado y como hemos dicho, esos cuerpos tienen poder unos sobre otros, considerando el hombre más evolucionado cuanto más poder tenga el cuerpo mental sobre los inferiores. Así es que, actualmente, estamos (un gran número de humanos) en una fase intermedia entre el dominio de la personalidad y el nacimiento de la conciencia de sí mismo que nos llevará a ser más objetivos sobre el verdadero Ser. Está claro que estos cuerpos se intercalan y pueden trabajar unos sobre otros pero los más avanzados de la humanidad intentan controlarlos a través de la mente. Esto debe ser así en la presente etapa porque tan malo puede ser actuar físicamente por instinto que por los deseos o las emociones y, aun así, los más avanzados intentan adquirir esta conciencia superior egóica que estamos llamando de sí mismo.

            Algunas de las condiciones que se deben dar para comenzar a adquirir esta conciencia y para integrarse en la avanzadilla son:

1ª.- Comprender su situación o desarrollo incluyendo sus tendencias, dificultades y posibilidades.
2ª.- Tener un intenso deseo de salir de la monotonía y del automatismo actual.
3ª.- Tener aspiraciones elevadas.
4ª.- Tener un gran interés por lo nuevo y desconocido que le pueda llevar al gran cambio de conciencia.

            Evidentemente, esto siempre será más fácil para el que tenga más tiempo y dedicación, para el que tenga o pueda crear un buen ambiente a su alrededor, y para el que conecte con una escuela y viva y respete sus normas. Estas condiciones ayudan a crear la armonía y el equilibrio interno suficiente como para que su voluntad y su con ciencia le muestren el camino a seguir. Otro aspecto importante a la hora de hallar el camino de encontrase a sí mismo es la escala de valores que cada uno tenga o, dicho de otro modo, el desarrollo propio de la personalidad como conciencia. Cuando una persona está muy influenciada o dominada por la vida misma, por su propia seguridad y salud, por los placeres, el materialismo, el orgullo o complejo de superioridad, etc., le será muy difícil desidentificarse de todo ello. Por el lado contrario, cuando sus ideas y aspiraciones son de un orden superior y llegan por medio de escuelas, religiones avanzadas, ciencia o filosofía, es mucho más fácil que se vean atraídos (a veces por medios sutiles y comunes) por no decir dirigidos hacia la posibilidad de conocerse a sí mismo. De aquí que los apegados a lo personal y que son indiferentes a la vida superior no sean ni siquiera capaces de ver las oportunidades que le brinda el destino. Al contrario, si no está muy apegado a lo terrenal y personal y llegan a percibir algunas oportunidades, es muy posible que asimilen la enseñanza y la hagan suya como una forma de vida.

            Cuando una persona capaz de percibir estas oportunidades de elevación personal es capaz de crear y vivir como un nuevo cetro de conciencia, canaliza todo lo personal y terrenal a través de sus nuevos aspectos en desarrollo como son el amor, la fraternidad y el servicio altruista el prójimo. Cuando se dan estas circunstancias en los aspirantes suelen encontrar una escuela o algo que les lleve a la misma para que se unan por largo tiempo a ella. Claro está que si el desarrollo personal es bajo se burlará y rechazará la escuela o, como mucho, se unirá solo temporalmente, sin embargo, esta es una manera de mantener las reglas de la escuela, porque si la escuela fuera vulgar, como otras muchas, terminaría por disolverse. A una escuela solo llegan los que están preparados para asumir y cumplir sus normas y para fomentar sus enseñanzas originales, si los dirigentes permiten que todo esto cambie esa escuela o centro terminará cerrando y, por tanto, imposibilitando la futura entrada de otras personas. Los que persisten y cumplen los requisitos que llevan desde las primeras etapas hasta la primera iniciación reciben la enseñanza directa e individualmente, y sin embargo, si por ciertas circunstancias no pueden, no tienen porqué tener relación con la escuela o centro físico. En estos casos, el nuevo centro de conciencia creado por voluntad y esfuerzo individual a partir de descubrir la nueva vida superior, va despareciendo progresivamente ocupando su lugar el aspecto místico de la escuela a la que, por naturaleza espiritual le corresponde.


            Aunque a muchos les parezca una tontería, hay cosas que solo se pueden aprender en una escuela y entre ellas está la de los principios y normas de la misma que van unidas a la enseñanza interna. Las enseñanzas de una escuela llevan al trabajo individual interno, al trabajo de compañeros y para los demás, y al trabajo para la escuela que, de alguna manera repercute sobre la humanidad. El trabajo individual debe servir para el de grupo y el de grupo para la escuela pero esto solo se puede conseguir mientras la escuela o centro esté dirigida por gente responsable que cumpla y haga cumplir las normas y servicios o trabajos internos. Cuando esto no se cumple, la escuela puede terminar siendo sede de enseñanzas vulgares, fantasiosas, o de magia negra; es más, dichos dirigentes irresponsables pueden terminar (como yo sé de algún caso) en el mundo de los contactados de extraterrestres y de elegidos para difundir mensajes catastrofistas donde solo se salvarán unos pocos. En estas escuelas suele haber unas líneas de trabajo y desarrollo comunes para todas ellas, estas son:

1ª.- El estudio de la enseñanza, del lenguaje y de sí mismo. En esta línea se trabaja en la observación de sí y debe demostrar voluntad e iniciativa.
2ª.- El trabajo de compañero que debe llevar a trabajar para ellos y para el prójimo. Se trabaja de cierta forma organizada bajo la dirección de otros y normas de estudio, aquí no hay iniciativa y sí disciplina.
3ª.- El trabajo para la escuela tras comprender y practicar sus enseñanzas y principios. Hay que mostrar más iniciativa pero bajo la auto-observación y sin tomar decisiones que contradigan los principios y normas de la escuela.
            Es evidente que quien cumple con los estudios, trabajos y principios irá despertando a una nueva conciencia de despierto.

            Cuando analizamos y observamos el cuerpo emocional    desde una posición de observadores (e incluso de pensadores) es cuando nos damos cuenta de que la mayor parte del tiempo somos inconscientes de sus reacciones y manifestaciones. Este cuerpo, tan importante y poderoso dentro de la personalidad, está siempre buscando la manera de que nos identifiquemos con él para así convertirse él en nosotros, de ahí que cuanto más inconsciente seamos (estemos semidespiertos) más nos dejemos llevar por sus aspectos negativos como son: Cólera, violencia, odio, enfado, impaciencia, depresión, etc. Y por esta misma razón, quien no intenta despertar y hacerse consciente de su Yo superior cada vez cae más presa del poder de este cuerpo y, por tanto, sufre o hace sufrir como una cosa normal en su vida cotidiana. Cuántas veces nos hemos sorprendido con alguien que creíamos conocer y que teníamos conceptuado como una persona normal  o incluso buena y hemos comprobado que es muy negativa y autodestructiva. Nosotros mismos nos podemos sorprender si nos autoanalizamos conscientemente, solo tenemos que buscar alguna señal de irritación, infelicidad u otros aspectos similares. Seguro que descubriremos que nos causa dolor y que cuanto más nos identifiquemos con ese dolor más aumentará su fuerza. Es, por tanto, obligatorio para todo aquel que quiera liberarse de estas emociones y aspectos negativos del cuerpo de deseos, alumbrarlo con la luz de la consciencia o Ser que no está identificado con el sentir ni con el pensar porque es el sí mismo. El simple hecho de observar atentamente esos aspectos negativos ya hace que la identificación con ellos se rompa y que comience a manifestarse la conciencia del verdadero Ego o Yo.

Todo aspirante espiritual que haya profundizada un poco en la filosofía oculta sabe que, además de controlar la mente, deberíamos tener un perfecto control sobre el cuerpo de deseos o emocional. Este cuerpo, como todos los demás, se manifiesta de forma positiva y negativa. Todo sabemos lo que son las emociones negativas o los deseos negativos (celos, lujuria, etc.) y positivos (cariño, confianza propia, superación, etc.) Las emociones negativas proceden del instinto y se mezclan con los aspectos de imaginación e identificación, éstas pueden ser transformadas hacia positivas. Las emociones que comúnmente llamamos agradables (alegría, simpatía, etc.) pueden también transformarse en tristeza o antipatía; sin embargo, las que pertenecen al lado más elevado del lado positivo son tan difíciles de transformar como de adquirir (amor, fraternidad, servicio desinteresado, etc.) La verdad es que las emociones negativas no nos ayudan en nada y debería ser nuestro deber desarrollar su aspecto contrario y superior.

Cuando vivimos identificados a estas emociones, sentimientos y deseos negativos porque no practicamos la conciencia de sí en cada momento o ahora, son una carga para nosotros y fastidian nuestra vida porque hacen que actuemos y nos expresamos, generalmente, de forma automática. Para liberarnos de estas emociones debemos dejar de identificarnos con ellas y con la mente independiente. Estas emociones no son ni contienen nada útil para el desarrollo, más bien lo contrario, sin embargo gozamos identificándonos con ellas; de ahí que se diga que nos hacen sufrir y que debemos sacrificar el sufrimiento. Todos vivimos identificados con ciertas emociones negativas pero algunos tienen tantas que si le les pudiera quitar todas se verían casi impedidos para expresarse. En el fondo y en el grado evolutivo que nos encontramos se deben considerar parte nuestra pero también es verdad que tarde o temprano, antes de pertenecer o una vez en la escuela, tenemos que empezar a transformarlas en positivas para desarrollar las más elevadas vibraciones que este cuerpo pueda alcanzar.

Si de verdad queremos liberarnos de las emociones negativas, de la intranquilidad, el descontento, los juicios innecesarios, el pasado y el futuro, etc. (es decir, de la inconsciencia en la que estamos la mayor parte del día) debemos iluminar cada momento de nuestra vida con la consciencia y para ellos debemos auto-observarnos y preguntarnos de vez en cuando ¿qué está pensando mi mente? ¿qué emociones o deseos tengo? ¿me dejo dominar por todo ello o actúo conscientemente? ¿qué influencias externas intentan influenciarme o dominarme’ ¿estoy siendo alterado por algún aspecto interno o externo y estoy respondiendo automática e inconscientemente? Es en este estado de inconsciencia ordinaria cuando normalmente somos dominados por la mente porque estamos identificados con ella. Es fácil hacernos conscientes cuando en la soledad meditamos u oramos, pero también es más fácil hacerse inconscientes cuando surgen problemas ya que, la misma inquietud o preocupación nos suelen hacer inconscientes.

Como una herramienta del Ego que es la mente, debemos utilizarla para discernir y resolver los asuntos, pero repito, utilizarla sin permitirla que actúe por su cuenta y hacerlo siendo conscientes de lo que queremos pensar; este es el mejor indicador del nivel de consciencia que tenemos. Las personas que a la mínima se alteran, se descontrolan, discuten, etc. les ocurre esto porque son arrastradas por las circunstancias, personas, pruebas y desafíos que no aprueba su personalidad inconsciente; cuando lo analizamos voluntaria y conscientemente iluminamos el asunto con la consciencia y lo vemos todo de forma diferente. Es bueno comenzar por ser conscientes en momentos de paz para acostumbrarnos y después serlo ante las tensiones que nos afectan. Cuando somos testigos de cómo funcionan, se expresan y responden nuestros cuerpos (hablar, actuar, sentir, desear y pensar) es cuando nos damos cuenta de lo equivocados que estamos en una gran mayoría de casos.

Como la personalidad suele estar más que nada en el pasado, un poco menos en el futuro y casi nada en el presente, suele manifestarse y intenta mostrar su poder con todos sus aspectos que solo hacen que entorpecernos, por ejemplo, el miedo y la ansiedad. El temor a lo que pueda traer el futuro crea miedo y éste crea ansiedad, lo que no ocurriría si viviéramos en el presente (aquí y ahora) y, por tanto, fuéramos nuestros propios observadores recordándonos a nosotros mismos. En estos casos a quien debemos observar conscientemente para no identificaros con ella es a la mente. Es verdad que cuanto más nos identifiquemos con la mente más poder tiene la personalidad para dirigir nuestra vida, y ella se vale de todos estos aspectos obstructores para hacerse fuerte con el cuerpo de deseos. ¿Y esto por qué? Porque tiene miedo a que podamos aniquilarla. El miedo a lo que nos pueda pasar, al fracaso, a la pérdida material o económica, a la enfermedad, etc., es lo que hace que la personalidad quiera  ser la que domine nuestra vida. Pero cuando dejamos de identificarnos con la mente y nos hacemos sus observadores, esos asuntos dejan de tener importancia y dejamos de identificarnos y de tener miedo. Cuando algo nos preocupa y nos causa miedo nos ponemos (como personalidad) a la defensiva pero si nos preguntáramos ¿qué estoy defendiendo y por qué hago esto? nos daríamos cuenta de que estamos defendiendo esos aspectos negativos de la personalidad.

Solemos decir que todo el mundo tiene problemas y es cierto, pero también lo es que la mayoría de ellos los crea la mente porque así adquiere más identidad. Cuando ante una circunstancia, se permite a la mente dar vueltas y vueltas sin tener posibilidad o verdadera intención de hacer algo respecto a cada momento presente, ésta lo convierte en un problema que nos puede causar preocupación, miedo, ansiedad, etc. En realidad y en la mayoría de los casos no hay problemas sino circunstancias que creamos, que nos crean o que están puestas por el destino y que, o bien tenemos que afrontarlas o bien dejarlas hasta que podamos tratarlas de alguna manera diferente. Mientras ocurre todo esto solemos estar en el pasado o en el futuro pero si nos pusiéramos en el presente, en el aquí y ahora, como observadores de la mente, comprobaríamos que los problemas desaparecen. Entonces, ante una circunstancia que tiene que ser afrontada o aceptada ¿por qué hacer de ella un problema?

Cuantas más vueltas demos a las cosas más problemas, preocupaciones, miedos, etc. nos creamos, y cuanto más sea así más nos identificamos con esos problemas y con la mente ¿Resultado? una vida de sufrimiento por no tener la consciencia de sí para recodarnos a nosotros mismos en cada momento; esto es, por no estar en el presente aquí y ahora. Por consiguiente ¿no deberíamos luchar con la costumbre de dejar a la mente pensando en el pasado y en el futuro para que se desarrolle la conciencia de sí? ¿No deberíamos observar más a la mente y situarla en cada momento y situación presente con consciencia y voluntad? Así debe ser porque desde el momento en que nos ponemos como observadores de la mente obtenemos poder sobre ella y nos mostramos como lo que somos, un Yo superior. A partir de ese momento solo deberíamos observar a nuestros pensamientos y emociones para ver cómo reaccionan ante los impactos, circunstancias y sensaciones pero sin juzgar ni entrar en ello como de costumbre ya que entonces lo convertiríamos en un problema.

El futuro de la humanidad pasa por alcanzar la consciencia de sí mismo, es decir, actuar recordándose a sí mismo continuamente o actuar con consciencia y voluntad en cada aquí y ahora. Pero mientras llega ese día, la personalidad seguirá intentando imponer su “voluntad” ante el Ego y ante las personalidades con las que convive en su presente renacimiento. Podríamos definir a la personalidad como el cuerpo de deseos y mente que dirigen nuestras vidas porque no las observamos ni los controlamos con consciencia y voluntad, o sea, como testigos. Es difícil dominar a la personalidad en sus expresiones negativas a través de la mente porque ésta es parte de la personalidad. Es la mente quien (con la colaboración de los sentimientos, deseos y emociones) basándose en lo conocido del pasado y en sus proyectos de futuro no deja de dar vueltas y de hacer proyectos (inconscientemente por parte nuestra como Egos) según las circunstancias, situaciones, problemas, impactos externos y aspectos internos. Así, un problema sin observar y analizar consciente y voluntariamente nos puede quitar el sueño, nos puede obsesionar e incluso crear una enfermedad; de ahí que podemos decir que las cosas “malas” que normalmente nos suceden en la vida es por culpa de la inconsciencia o falta de consciencia de sí.

Esto es demostrable, cuando una preocupación atrae totalmente la atención de la mente (con sus correspondientes sentimientos dominantes) está actuando la personalidad, pero en el momento en que observamos a la mente sin entrar en juicios, esa preocupación desaparece porque con la voluntad silenciamos la mente haciéndonos así conscientes del control de nuestros cuerpos. Esto no significa que debamos estar silenciando a la mente constantemente, significa que debemos ser conscientes de lo que hacen y expresan nuestros cuerpos para así expresar lo que, como Egos, creemos que es lo mejor. Pongamos algún ejemplo: Hemos tenido algún problema con alguien, y en ese momento y como personalidad hemos ofendido al otro, resultando que, en un momento dado, la mente está dando vueltas al asunto haciendo juicios o injuriando a la otra persona. Si en ese momento observamos esos pensamientos frenaremos a la mente y los malos deseos o sentimientos dejarán de existir; por tanto, ha sido ese momento de consciencia de sí mismo el que, como observadores nos ha hecho ver una mala acción de la personalidad. Esta auto-observación tiene por tanto, la gran ventaja de facilitarnos el poder de evitar hacer el mal desde cualquiera de nuestros cuerpos y de hacer el bien desde la consciencia de sí mismo.

Tampoco podemos culpar a la personalidad de nuestros males porque la personalidad es el resultado de un sinfín de renacimientos, de los cuales (como Egos) hemos ido extrayendo lo mejor de cada vida. Por otro lado, la personalidad se ve separada del resto que la rodea en un mundo que es un reto para lo que ella desea ser y alcanzar; de ahí la suspicacia, la avaricia, la envidia y otros muchos aspectos negativos que ella tiene para “sobrevivir”. Esta es también la causa de los malos entendidos incluso en las relaciones íntimas y a nivel de razas, políticas, ideales, etc. Esto, aunque sea a largo plazo, se irá superando según la humanidad vaya adquiriendo la conciencia de sí mismo, porque sólo, desde la observación de la personalidad y la auto-consciencia se superará todo lo negativo de la personalidad para que pueda ser expresada la conciencia del Ego. Pero también podríamos decir que este conocimiento es como un arma de doble filo ya que, aunque la consciencia de sí facilita la expresión positiva de los cuerpos, la voluntad es débil, y eso crea una lucha en las personas de buena voluntad. Aclarémoslo, una persona quiere vencer un mal hábito, cuando, como observador, se hace consciente de sí mismo ve que el deseo le domina, lo que da pie a la lucha entre la consciencia que ve el mal hábito y sabe que la perjudica y la voluntad que aunque está bajo la dirección de la consciencia se debilita ante dicho mal hábito del cuerpo de deseos.

Esto nos lleva a aquella frase famosa de que “a mayor conocimiento mayor responsabilidad”, lo que significa que el mal que cometemos siendo auto-conscientes es más grave que cuando somos inconscientes desde el puno de vista del karma. Volviendo a lo que decíamos unas líneas atrás, resulta que cuanto menos observadores y auto-conscientes de nuestros cuerpos seamos, más problemas nos creamos y más difícil y amargada es nuestra vida; y lo peor de todo es que parece que disfrutamos amargando nuestra existencia. Es muy común en España oír que dos personas no discuten si una no quiere, y es cierto, pero en la práctica no se suele conseguir si no se está en la consciencia de sí y se controla la mente. Nadie nos puede implicar en una discusión si no nos identificamos con la mente y si nos hacemos conscientes de la situación, al contrario, la consciencia nos ayudará a ver el aspecto positivo de la situación y a poner paz.

Esta debería ser la regla para vivir en paz y en armonía con el entorno porque nadie que actúe como una unidad de conciencia puede crear o entrar en los asuntos de la personalidad si no quiere. La única forma de eliminar el poder que el pensamiento ejerce sobre nosotros por medio de la actividad mental es escuchando como testigo y siendo un consciente observador del mismo. Entonces podemos decir: “la mente estaba pensando tal y cual cosa y sin darme cuenta estaba creando malos deseos, sentimientos y pensamientos”. Así se manifiesta esa sensación de “Yo soy” cuyo origen está más allá de la mente. La quietud mental y la paz interior surgen cuando creamos ese espacio vacío o discontinuidad de pensamientos que, a su vez, dan pie a la manifestación del Ser interno. A la vez que con esta práctica dejamos de identificarnos con la personalidad, nos vamos haciendo más conscientes de lo que hacen nuestros cuerpos y nos sentimos más despiertos y más atentos a cuando nos rodea por medio de ese “estar presente en cada aquí y ahora.” Este es el camino para obtener la total consciencia como “despiertos” en la etapa actual.

                                               Francisco Nieto







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