En la existencia fenoménica contamos con tres recursos. Existen tres fuerzas: creación, mantenimiento y destrucción. Y existen tres formas de saldar el karma: el dolor, el amor y la consciencia. El dolor está de acuerdo con la fuerza de destrucción, es el abrir una ventana o una puerta a la entrada de las fuerzas de la destrucción. Estamos en el mayor grado de ilusoriedad cuando permitimos esto.
La fuerza del amor está de acuerdo con la armonía. Ésta revela un punto medio en el que la fuerza del amor nos enseña que podemos saldar nuestras deudas kármicas a través de ella, del compartir, de la misericordia, de hacer algo bueno, de ejercer una compensación antes de que la fuerza que nos va a compensar lo haga, antes de que tengamos que abrir la puerta a las fuerzas de la destrucción.
Hay una tercera forma que es la consciencia. Si nos hacemos conscientes y comprendemos, no tenemos que esperar a las fuerzas del amor que generan apego, porque nosotros en nuestra ilusión mayávica confundimos el amor real con el apego a las criaturas, y tratando de amar lo que hacemos es apegarnos y atraemos también las fuerzas de destrucción. La consciencia se anticipa a cualquier necesidad de expresar nuestro afecto hacia afuera, debido a que rompemos la ilusión de separatividad. Entonces comprendemos que el que está afuera es todos y yo también, pero son los mismos que están adentro porque todos somos una unidad perfecta. Entonces obramos en una naturaleza del amor distinta. Es el amor de la Divinidad perfecta, que mantiene el equilibrio entre todas las criaturas porque todas las criaturas somos Uno; es una sensación distinta este amor que no genera apego y no atrae las fuerzas de destrucción.
El camino de la consciencia significa cambiar nuestra perspectiva de percepción, ver como el águila desde un punto más alto; como el alpinista en la cima, ver la totalidad del paisaje, como el que corona los Himalayas y puede ver el más amplio panorama del mundo. Cuando nos elevamos hacia la consciencia vemos desde una perspectiva superior y nos damos cuenta de que en realidad el karma depende de la oscilación de las fuerzas de polaridad. Y si estamos por encima, como alpinistas, en el sitio más alto, estamos en el punto donde no hay oscilación. Es un estado de consciencia real este estado de no oscilación, el estado de no movimiento y tiene que ver con la mente superior, con la supra mente como diría Sri Aurobindo, el santo de Pondicherry. Cuando logramos estar en ese estado supra mental, entonces vamos por encima de la mente racional, ilusoria, mayávica, memorística, imaginativa, que oscila, que recuerda, que se proyecta al futuro, que nos mueve de la causa al efecto y que se traslada a través del tiempo. En la supra mente no funciona el tiempo, no funciona la dualidad, y ese estado de percepción y de cognición es el equivalente a estar en el punto más alto de la montaña, a ir donde el péndulo no se mueve y a donde, sin haber oscilación, no hay más karma. Entonces se alcanza así el punto de liberación.
En forma práctica, aquí, desde nuestro remolino de yoidad ¿qué hacer cuando el karma se presenta?. El karma es generado por la oscilación polar. ¿Qué genera la oscilación? Lo que genera la oscilación es una de las características de la creación, que es el movimiento. Cuando el karma llega a mí, y estoy en la conciencia de yoidad, lo primero que hago es saltar, reaccionar, moverme, asustarme, desesperarme, angustiarme; la energía trata de salir por algún lado. Ya llegó y trato de sacudírmela como una lagartija que ha caído sobre mi espalda. Pero lo único que tengo que hacer para evitar el movimiento es tener quietud, evitar la oscilación, tener calma, y en ese instante pensar en qué es lo que realmente soy. Soy Atman, el Infinito Ilimitado, La Chispa de la llama Divina, un Ser indestructible, que no se quema, que no se moja, que no se destruye, que no se fragmenta. Soy Atman, el Ser Indestructible. Pero notas, cuando karma aparece, que ha llegado una fuerza, porque la dialéctica surge en la mente. Oh, decimos, pero está llegando esto, pero me llegó la enfermedad, me llegó la ruina, me llegó la desgracia, pero algo no sale, y yo en ese instante digo… y ¿qué pasa?… esto es solo la estructura con la que este yo que teme trata de identificarse. Y por eso sufre; pero yo no soy la estructura, yo no soy lo que se descompone, yo no soy lo que sale mal. ¿Qué es lo más grave que puede pasar? Que muera o que sufra. Si sufro estoy viendo desde el yo que se niega a aceptar la no realización de sus deseos. Si no veo desde el yo, sino desde el Atman, termina el sufrimiento, puede haber dolor porque la estructura está programada para sentirlo, pero es por la programación y no porque en realidad sufra la estructura; es por la manera como fue diseñada, es por la consciencia de yoidad, es una programación del dolor mismo. Tan así es que uno puede ser hipnotizado para no sentirlo. Y bajo esta condición, ¿por qué no sientes? Porque la mente del individuo, del yo que siente el dolor, deja de operar. Entonces el dolor depende de mi mente. A veces en los experimentos que hacen mis queridos colegas químicos, probando venenos para tratar de resolver enfermedades, se hace la prueba del placebo. Se busca una población a la que se le dará un medicamento, para comprobar su acción; se busca otra población a la que se le da un medicamento falso, llamado placebo, pero no se le cuenta a cada cual si toma el químico o el placebo. Quien da el remedio sabe a quién le dio la medicina, y a quién no, y a veces se ve que hay un efecto llamado efecto placebo. La gente se mejora tomando una medicina falsa: eso es ampliamente conocido. ¿Por qué puede mejorarse el dolor, sin medicina? Porque el dolor está en la mente. Un niño, al que no le han dado algo, y está muy enojado, de repente tropezó y cayó. Va a manifestar probablemente un dolor muy agudo, como si se hubiera quebrado la pierna y hace una pataleta enorme y llora y grita. Pero si en ese momento le dices que le vas a dar lo que quería antes de que se cayera, el dolor le pasa, se sanó, se curó repentinamente, se le enderezó el pie, salió corriendo… ¿qué paso ahí? Que la mente se desenfoca de la pataleta que quiere hacer y entonces sana. En realidad no sabemos qué es lo que cura y qué es lo que no cura. Porque podemos haber creado gigantescas formas de pensamiento en relación con lo que cura y con lo que no cura. ¿Cómo curaba el Maestro Jesús? ¿sabía curar con saliva? Llegó a él un hombre ciego. Él escupió en el suelo, amasó el barro, le untó en los ojos y el hombre dijo ¡veo!, entonces, uno se pregunta, ¿será que el barro y la saliva curan la ceguera? No era el fármaco barro, ni el fármaco saliva, es la vibración que cambia el foco mental de quien sufre. Entonces todos pensamos que cierto químico quita la fiebre y creamos una forma de pensamiento gigantesca. Yo como químico me pregunto ¿será el fármaco o la forma de pensamiento que creamos la que puede curar? El efecto placebo demuestra que la mente es capaz de curar. El dolor aparece porque hay una autosugestión, un gigantesco samskara colectivo, de que hay cosas que dañan, destruyen y duelen. Es el estado de ilusión de nuestra propia mente lo que crea el dolor en el mundo de Maya, porque a Dios en realidad no le duele nada. Podemos creer a un Dios quejumbroso? ¿Será Dios infeliz, triste, depresivo, angustiado, irritado porque algo no le salió? ¿se quejará cuando un alfiler cae en la tierra? Pero Dios somos nosotros, todos juntos, una sola Unidad, con una separatividad aparente del Ser que está solo en Maya. Luego, el sufrimiento solo existe en Maya, pero si el Ser sale de Maya no hay sufrimiento. Es enfocándose en la supra mente que es muy poderosa, como ésto se logra, porque la supra mente opera en un nivel por encima de la mente ordinaria. Necesitamos que la Divina Presencia recupere su cauce. Cuando la Divina Presencia recupera su cauce, la supra mente, que es la Mente Divina se establece en la estructura. Pero no es mi mente la que tiene ese poder, no es la mente del yo, no es mi yoidad, no es un poder ganado porque me fue transmitido por alguna entidad caprichosa a la que le caí bien. Es el poder de Dios que actúa en la estructura qué logro la perfección. Solo se logra saldar totalmente el karma con esa perfección de la Seidad, la cual hizo la creación. Es el hecho de Ser verdaderamente, es el hecho de permanecer en el Ser Total. Pero el Ser total como tal, siendo Uno no es , porque nosotros nos referimos a algo que es como algo que está afuera, que existe , que ocupa un lugar en el espacio, pero en la Totalidad del Ser Único no hay espacio, no hay tiempo, no hay ni nacimiento ni muerte, no hay oscilación. En verdad, en el Ser Absoluto no hay fuerzas de creación, mantenimiento y destrucción. Eso pertenece al juego de la Creación; las tres fuerzas divinas, son fuerzas generadas, fuerzas aparentemente separadas, aparentemente desconectadas. Lo desconectado solo está en Maya; en realidad el Absoluto es Integro, es Único, absolutamente Autonutricio, absolutamente Autoconsciente, no separado, jamás fragmentado. Entonces, si alcanzo la consciencia del Absoluto, me libero del tiempo y del espacio. La mente instantáneamente salta y dice: ¿y cuándo va a ser eso? No se trata de cuándo porque en Dios no hay tiempo, tampoco de dónde porque tampoco hay en Él espacio. Si me libero del tiempo y del espacio, me libero de toda oscilación, me libero de la dualidad, no hay causa, no hay efecto, no hay felicidad e infelicidad, no hay alegría ni tristeza, no hay gozo, no hay dolor, es una sola cosa. Es la Beatitud, que es muy diferente del placer. El placer se da en nosotros por contraste al dolor. Es una sensación, es algo sensorial, pero la Beatitud, el Gozo Divino no es algo sensorial. No se capta desde la perspectiva de los sentidos. La Beatitud, el estado de Gozo Divino, se capta desde la perspectiva del estado de permanecer en la esencia de la plenitud.
Debemos cambiar nuestra concepción del karma para poderlo superar. Porque mientras pensemos que el karma es una fuerza ciega que nos destruye, contrastando una causa que nosotros generamos en el pasado, como entes individuales, y que vuelve a nosotros como una fuerza individual, por el rayo de una entidad que quiere castigarnos, no vamos a poder liberarnos del karma, porque no hemos comprendido de qué se trata todo esto. Es la comprensión de la Ley Universal lo que salda el karma. Sin embargo, el ser humano va por el mundo caminando, tropieza, se maltrata un dedo y dice: pero yo comprendo que hay que caminar bien, comprendo que hay que fijarse, y no obstante tropiezo y me machaco el dedo. Pero esto sucede porque estoy caminando con la consciencia de la yoidad, no con la consciencia de la Totalidad. El karma no solamente se cura con la consciencia de totalidad sino que no se genera cuando hay consciencia de la totalidad. Solo se genera karma cuando se está en la consciencia de la yoidad. El nivel de sufrimiento está determinado por el nivel de consciencia en el que se percibe. Obviamente, una persona que tiene un nivel de consciencia bajo, lo cual significa, donde Dios duerme profundamente, donde hay una gran ilusión, donde reina Maya, sufre mucho. Lo hacen sufrir cosas que a otro que está en un nivel más alto ya no le mortifican. A lo mejor habría una persona aquí, triste porque el clima no dejó hacer el programa como se debiera, pero como nosotros fluimos con el clima estamos tranquilos y nos acomodamos a lo que es, tomamos lo que está, no importa si el vecino de al lado tiene ruido en la casa, no importa si ronca o no, eso es lo que tenemos, así está establecido por alguna razón, para que aprendamos algo, y estamos felices y vamos fluyendo. Pero si una persona no tuviese esa consciencia de que todo tiene una razón de ser, entonces está todo el tiempo oponiéndose a la realidad, y al oponerse sufre. A medida que vamos comprendiendo cómo funciona esto, el sufrimiento desaparece porque dejamos de ejercer resistencia frente a la realidad. Si vamos saliendo de la ilusión, vamos haciendo agujeros en el Velo de Maya. Nuestra persistencia de obtener el estado de permanecer en la consciencia del Absoluto, nuestra intención silenciosa en la meditación, son capaces de perforar en múltiples lugares el denso Velo de Maya. Entonces la luz penetra, por los agujeros, o más que penetrar surge, porque la luz siempre ha estado ahí, como el sol que es ocultado por la nube, contenida por el remolino del yo. Y entre más luz hay, más comprendemos, y entre más comprendemos menos sufrimos, y entre mas comprendemos y menos sufrimos más estamos en la consciencia de la Eternidad. Entonces karma no tiene efecto sobre nuestro Ser, porque no hay yoidad, no hay necesidad.
Donde hay claridad, no existe karma, donde no hay Maya no hay karma, donde no hay ilusión no hay karma. Pero no es que karma no opere sobre mí, sino que no hay un mí sobre el que pueda operar un karma, y al comprender que no hay un mí, no me convierto en un foco magnético, atractor de fuerzas de destrucción. Simplemente porque comprendo que no soy un yo, no necesito una corrección porque estoy en lo recto. Solo si me desvío, necesito algo correcto para corregir el rumbo, pero no si estoy en lo recto que es el camino más corto entre dos puntos. Si hago consciencia de que no hay división estoy en el mismo punto infinito siempre y el camino más cercano es aquí mismo, en la consciencia de Ser, con la consciencia de la Totalidad, donde ni siquiera hay camino. Pero si no estoy en ningún camino recto, ni en quietud, estoy en un camino desviado y necesito una corrección; la corrección es lo que los cabalistas llaman el tikún. Debemos alcanzar nuestra propia corrección, y la alcanzamos por la conciencia de la rectitud, por la conciencia del equilibrio, de la justicia, del neutro de los polos opuestos, del punto cero. Es el justo medio entre el bien y el mal, entre la luz y la sombra, entre aprender y enseñar, entre espíritu y materia, diferentes visiones tendientes a encontrar el polo neutro vertical y el polo neutro horizontal.
En el sendero del discipulado, bajo una mirada más profunda, debemos iniciar nuestro cambio de la visión del karma. Cuando sobrevenga desde la yoidad eso que nosotros llamamos karma lo primero que hay que hacer es guardar quietud. ¿Qué pasa? Nada grave. Solo que el fuego de Dios quema mis deseos. Quema mis perspectivas de lo que la yoidad quiere que ocurra. Y entonces la yoidad se retuerce en su agonía y muere. Pues que muera. ¿Qué pasa si muere? Cuando la yoidad muere desaparecen los deseos, desaparece el karma. Si no hay deseos no hay karma. Karma, se parece a Kama, palabra sánscrita que significa placer, deseo, pero con una r en la mitad. Karma es la corrección del deseo; son palabras parecidas, casi idénticas, deben tener una raíz común. Entonces es simplemente el deseo la fuente del karma. Alguien puede decir, pero bueno… los animales tienen karma. Esa es una perspectiva de percepción sensorial. Los animales sufren, desde esta perspectiva. ¿Qué hubiera pasado si nos ocurre lo que le pasó a la gata que fue mordida por una comadreja? Si nos muerde un animal en la articulación de la rodilla y nos desgarra y se nos ve un tendón seguramente pensaríamos en correr de urgencia a un hospital, en medio de una gran alarma, angustia y miedo de infectarnos, perder la pierna o morir. ¿Qué hizo la gata? Guardó quietud. No corrió a buscar al cirujano. Busco un rincón donde no llegara la comadreja y se enrolló y se quedó quieta dos días; no comió, no era importante para ella en ese momento, y se empezó a recuperar. Lo mismo hay que hacer cuando llegue nuestro karma. Enrollémonos, volvámonos sobre sí mismos. Y quien soy yo mismo? El Ser, únicamente el Ser Uno. Si voy al autoconocimiento y a la auto reflexión me pregunto: ¿qué es lo que está sucediendo, que me he convertido en un imán que atrae la fuerza de la destrucción? ¿dónde está ese imán dentro de mí? El yo saltará con rapidez para acallar a la consciencia y dirá tal vez... eso viene de otra vida, no lo podré comprender. Pero más allá de la astucia del yo debo auscultar hasta en los profundos recovecos de mi propia alma para ver dónde creé ese imán, ese aviso que dice: “fuerzas de destrucción entren aquí”. En alguna parte, en algún temor, en algún miedo, en alguna palabra, en algún pensamiento, en algún punto, en alguna palabra que enuncié, en algún deseo hacia otro, en algún sentimiento de venganza, tal vez yo me he convertido en un foco que atrae a las fuerzas de destrucción. No necesito echarme culpas, no necesito descubrirlo para culparme, latigarme, necesito entender el juego de polaridad simplemente, y cuando lo descubro karma cesa. Eso es consciencia, es comprensión. Necesito primero aceptar que no fue gratis. No vayamos en primera instancia hacia la otra vida. El inconsciente forma el remolino, la estructura, los cuerpos, la energía, los apegos, los deseos. La memoria está formada en esta vida. Y está siendo atraída la fuerza en esta vida, aquí y ahora y hay un foco. Necesito elevar mi consciencia para decir: la fuerza viene para destruir algo que se equilibra. Y qué pasa? Nada. Al final debo pensar en que cuando iba a nacer nada traía, antes de que se formen los cuerpos. Nada. Cuando me vaya a morir ¿qué voy a llevar? Nada. Todo queda ahí, todo se descompone, se pudre. Si fui muy famoso a lo mejor pasaré a ser parte de la historia. De una historia distorsionada, porque la historia nunca revela la realidad. Es una novela escrita a conveniencia. Total, ni siquiera la realidad de mi vida permanece. Entonces ¿qué queda? Lo que Soy, la Esencialidad, el Ser. Lo que ha de nacer nace, lo que ha de morir muere. Y lo que ha de estar permanece, lo que se ha de ir se va, y debo permanecer en ese punto de serenidad. Solo así dejo de convertirme en un magneto de deseos que interfiere con la realidad.
Recordemos la historia del Job bíblico. Job era un hombre amante del Señor. Y entonces Satán, el tentador, pide permiso a la Divinidad para tentarlo, para probar si es cierto que es un hombre de Dios. Entonces le quita cosas, la fortuna, la salud, el dinero, la familia, todo lo que tenía. Y Job inmutable; siempre decía: Dios da, Dios quita, bendito sea Su Santo Nombre. Inmutable, totalmente inmutable porque sabía que no era ni su dinero, ni su salud, ni su cuerpo, ni su familia. Nada. Permaneció inmutable como una roca, tranquilo, hasta que Satán se aburrió. Entonces Dios le devuelve todo, lo cual significa que la vida fluye y el karma cesa, se detiene para siempre y se convierte en abundancia, porque se dice que Job recibió entonces siete veces lo que antes tenía. Lo cual significa multiplicidad de abundancia, abundancia absoluta. Significa que el karma cesó y el Ser se integra realmente a la consciencia divina. Realmente Job no se movió y por eso el karma no le generó sufrimiento. El sufrimiento está basado realmente en nuestros apegos, en nuestros anhelos, en el deseo de que nuestros deseos se realicen, porque hemos creado una ilusión de que somos seres especiales con una misión importante que hacer en este planeta y que debe de ser hecha antes de morir. Son las muchas expectativas que tenemos como yoidad. Nuestras misiones, seguramente no son misiones del yo. Son trabajos que la Divinidad hace a través de uno. Y elige una estructura específica para hacerlo. Si la estructura es adecuada, la Divinidad hace el trabajo a través de ella y si no es adecuada la Divinidad se detiene porque no juega a regar sus aguas, y si las riega es porque ya tiene una estrategia para recogerlas después, a través del karma. Las misiones de la Divinidad a través de la estructura son grandes, no son bobadas, no son minucias que se hacen para la yoidad, sino para la totalidad. Y es la Divina Eternidad la que obra a través de la estructura de cuerpos. No soy yo el que debe hacer o no debe hacer, el que se debe oponer o no se debe oponer, yo simplemente debo seguir, dejarme llevar como remolino que se deshace hasta que desaparezca en el curso del agua. Hay que dejarse llevar por la ola de la infinita eternidad y nada más. Pero obviamente que la ola de la Infinita Eternidad tiene una multiplicidad de fuerzas que se expresan en la creación y esas fuerzas son: la fuerza de la voluntad, la fuerza del amor y la de la inteligencia. Y debo permitir que esas fuerzas se expresen a través de mí. Simplemente, el trabajo de la yoidad es deponer su reino. Es hacer como el musulmán que se postra en tierra cuando es la hora de la oración. Es colocar nuestro rostro de la yoidad en tierra y decir: ¡hágase tu voluntad! Como dijo el maestro Jesús en la hora previa a su misión de sacrificio: si es posible aparta de mí este cáliz. Era el cáliz del yo; luego lo pensó y dijo: “no se haga mi voluntad sino la tuya”. Porque no soy yo, simplemente debo fluir, si lo que hay que hacer ahora es morir, pues vamos a morir. En la tierra que me vio nacer hay un dicho:”si nos hemos de morir, vámonos a ir enfermando”. Lo que hay que hacer debe hacerse, cuando hay que fluir hay que fluir, si hay que nacer hay que nacer, si hay que morir, hay que morir. No importa quién nace, no importa quién muere. La vida sigue, el Eterno permanece; es inmutable, no se destruye. La angustia aparece cuando lo que sucede hace referencia a la yoidad, algo sale mal, falló en algo, me roban algo o me enfermo, surge un miedo. El miedo es de la yoidad. Pero si salgo de la yoidad, me elevo por encima del yo, clavo mis estacas de alpinista, me alzo y observo una perspectiva diferente y me digo: qué importa…me he convertido en un foco magnético que atrae fuerzas de destrucción. He sido un generador de fuerzas de destrucción en un remolino de yoidad, sumido en la ilusión de ser el gran conquistador del mundo. Entonces comprendo y entiendo: no quiero estar más en eso, y que pase lo que Dios quiera. ¿Cuál es mi papel y qué debo hacer? Una oración que nos envió un estudiante en la mañana está muy a propósito para esta situación: Padre, ilumíname el camino para hacer bien mi parte en Tu plan de hoy. En tus manos me pongo; haz de mí lo que quieras. Por todo lo que hagas de mí te doy gracias; estoy dispuesto a todo, con tal de que tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más… . Es Hermosa. El cumplimiento de la Voluntad Divina es en lo que debemos pensar cada mañana. Nuestro primer pensamiento: soy la Divinidad en acción, y hay un remolino de yoidad que aún permanece en mí y aún hay dualidad. Que esta dualidad, esta yoidad, cumpla su parte en la obra divina.
Es la manera como enfrentamos el karma y como logramos día a día, en forma persistente, una perfecta imperturbabilidad, lo que determina el estado de felicidad. Venimos caminando y llueve… ¿qué pasa? No pasa nada. Cuando éramos niños no había tanta yoidad. Éramos felices mojándonos y no pasaba nada grave. Ahora como adultos pensamos: me voy a resfriar. Surgen los miedos y son estos los que nos convierten en un foco de enfermedad. Si vamos por la vida sin temores, sin angustias, conscientes de que en la yoidad hoy somos y mañana no somos, no pasa nada. No importa quién nace ni quién muere, y esto me incluye a mí. Todo esto tiene que terminar, todo este drama personal se termina con la muerte, a menos que en esta encarnación logremos la inmortalidad. Pero aun así el drama de esta existencia tal cual fue originalmente programada termina, porque para lograr la inmortalidad debo morir y renacer. Debo resucitar, como el Maestro Jesús El Cristo. Debo resucitar para ser un ser inmortal. La muerte es un mal necesario, la muerte hace el favor de matarnos después de haber caído en la rueda de las encarnaciones, porque rompe la ilusión del yo. Abre un roto en el velo de maya. Cuando morimos, se abre un agujero en el velo de Maya y nuevamente, en mediana conciencia del Ser, volvemos a decir: ah era una pesadilla, es un sueño comatoso, el sueño de la encarnación.
Es muriendo como despertamos, es naciendo como dormimos; lo importante es naciendo poder despertar. El juego ilusorio está activo cuando estamos dormidos aquí. Por eso el despertar total, la liberación, debe darse cuando estamos en la encarnación, no mientras estamos muertos. Porque se trata, en la mitad del sueño, de ser conscientes de que soñando todo es una pesadilla y una ilusión y que no pasa nada. Si permanecemos en imperturbabilidad, nos damos cuenta de que el sueño solo es una creación de alguien que duerme, y ese alguien que duerme es la Divinidad Absoluta y esa divinidad absoluta soy Yo. No el yo ficticio, sino el verdadero Yo. El Yo total y absoluto. Ese es el secreto de la resolución del karma.
Este es un nivel de comprensión un poco más alto, de lo que el karma es, que debemos abordar en profundidad para no temer y no convertirnos en simples pecadores karmáticos, karmatizados, etiquetados, deudores del karma. Porque si nos ponemos el letrero de deudores siempre habrá algún avivato que quiera hacerse pasar por cobrador. Aparece quien diga: ¡Ah! me debes a mí y debes pagarme. Recordemos siempre esto: si la Divinidad lo sabe todo, ¿cómo se castigaría a sí misma por sus yerros? ¿cómo puede errar si todo lo sabe? Si es perfecta, ¿cómo puede equivocarse? En el Absoluto no hay error, no hay equivocación, no hay corrección, no hay causa no hay efecto, no hay karma. El karma es una invención del yo. Es una invención dentro de la creación y hace parte de lo que sueña la divinidad mientras decide dormir. Pero es un juego. Para Él es un juego divertido.
La vida suele ser muy irónica con nosotros. A veces, cuando uno quiere no se le da y cuando no quiere pues aparece. Es parte del juego. Cuando quieres coronar la ficha del juego del parqués todos se te van adelante para ponerte trampas. Y a veces el que juega desprevenido, el novato, es el que gana el juego. A veces no sabe ni correr bien las fichas, no le importa irse a la cárcel o perder. Nada le intimida. Es un juego, es lo que piensa, y de repente, ganó. Y entonces dicen los otros jugadores: huy, ganó el más malo. Y hasta se pelean con él y no le vuelven a jugar.
Se debe permanecer imperturbable hasta que termine el juego de causas sembradas. El juego de polaridad, de dualidad. Cuando termine la oscilación pendular llega un momento en que no hay literalmente más karma. El péndulo permanece en quietud. Pero en tanto que no se logre el punto de quietud absoluta, sigue habiendo karmas, cada vez más pequeños, pero sigue habiendo. Sigo barriendo con los karmas del inconsciente porque no estoy aún en el punto de quietud. No es solamente comprenderlo intelectualmente. Lo puedo entender intelectualmente y el karma sigue ahí y me sigo tropezando. Me sigo machacando el dedo. Entonces simplemente hay que elevar el nivel de conciencia.
Cuando el nivel de conciencia se ha elevado, al punto en que no se genera más karma, el que tengo se tiene que acabar. Cuando se agota el karma, solo se regresa a la encarnación si quiere voluntariamente volver. Los liberados con frecuencia quieren volver, no porque estén atrapados en la rueda de samsara o rueda de las encarnaciones. Lo hacen para disolver el karma de la humanidad. El iluminado debe hacer voluntariamente el juego de la Divinidad. Crea un vacío dentro de sí y se precipita como una proyección individualizada de la Divinidad, como un Maestro, pero tiene que hacer el juego de crear un vacío, crear un Maya artificial para poder estar aquí, hacer un sacrificio. Solo que lo controla, sabe cuando despertar si quiere, despierta cuando quiere, duerme cuando quiere, lo maneja a voluntad. Puede hasta tomarse la libertad de asumir el karma de algún discípulo, porque Él no sufre. En realidad lo que hace es irradiar Su Luz. Esa alma, el Atman, rompe su consciencia de separatividad. Como todo iluminado tiene la claridad de que es la Divinidad que se expresa a través de todo y a la vez a través de una estructura definida. No es más una individualidad. Nunca más lo será. A un Ser así no le importa un nombre y responde a cualquiera que deseen achacarle. A la mayoría se les llamamos por nombres que no fueron sus nombres de pila; no tiene importancia. El Maestro lo que quiere es que busquemos la Seidad Única, que en realidad es aseidad del yo; no le interesa si eres discípulo de Él o de otro, con tal que rompas tu ilusión de la yoidad. Hasta que no seas parte de, hasta que se rompa la ilusión de ser parte, esa es la clave: vivir un presente siempre a consciencia en la Seidad, sin ilusión y viendo que todo está conectado. Imaginemos la naturaleza, la vida, el mundo visible e invisible conectado todo por infinitos cables; no hay espacio donde se pueda meter un cable más. A través de la cuántica lo podemos entender. La física cuántica nos da la posibilidad de comprender aun intelectualmente esa conexión con todo el universo. No es tan fácil, porque no es fácil ser físico cuántico. Pero si le metemos muela como verdaderos discípulos, entonces la mente se tranquiliza de esa manera. Porque la mente suele tener una sed persistente de información. Quiere indagar, comprender, encajar en un modelo matemático, porque fuimos entrenados así, a encajar en un modelo de teoría, corroboración, desde la hipótesis. Está programada asi: a+b=c, entonces válido, correcto, y lo que la mente no entiende no existe. Porque solamente usamos un pedacito de la mente, un foco de la mente, un punto del mundo mental, pero cuando entramos en la supra mente nuestra perspectiva es otra, nuestro conocimiento no es sensorial, nuestro conocimiento no es memorístico, es algo distinto que se precipita en el instante en que es necesario. Es algo que esta fuera del tiempo y del espacio. Es otra concepción del Ser. Es distinto y hemos de entrenarnos para entrar en la supra mente. Fíjense en la vida de Sri Aurobindo, el santo de Pondicherry. Un día decidió que iba a entrar allí, en la supra mente. La vida le dio los recursos para hacerlo. Se encerró en un lugar del que no salió por muchos años, pero no se sentó ahí a que lo mantuvieran, ni a holgazanear, se sentó en trabajo interno de meditación durante años, y de ahí surgió toda la belleza de su enseñanza. Era La Divinidad operando a través del Ser, porque se iluminó. Y luego Madre, la discípula más cercana también se iluminó. Se dijo tal vez: verdaderamente este hombre está cerca de Dios. Siguió el camino de Él y se ilumino sin que hubiera ningún otro propósito en eso. También dejó maravillosas enseñanzas.
Curiosamente, cuando ahondamos en el sufismo, en la kábala, en la vedanta, en el gnosticismo cristiano, en todas las grandes enseñanzas que están atrás de las aparentes creencias del mundo, allí donde hay un conocimiento, donde un ser se ilumina, donde un ser se encuentra a sí mismo, donde la Divinidad se revela a sí misma en una estructura que llamamos un ser, ahí surge una sabiduría que es idéntica. Varía un poco el lenguaje, el idioma, pero entre los conocedores es en realidad el mismo lenguaje. Es cuestión de palabras de un idioma nada más, pero las ideas, las concepciones fundamentales son idénticas. Esto se da porque solo hay una Realidad, no puede haber dos. Entonces como funciona esto? Solo hay una manera, no hay dos formas en que funcione. Es en la no dualidad, en la quietud interior, en el silencio de la mente, ese que no tiene comienzo ni final porque permanece en la Eternidad, donde la Sabiduría se manifiesta y es en ese estado de conciencia donde el karma no existe más.
Alipur Karim
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