DISCIPULADO No. 19
ACERCA DEL KARMA
(Edición de la conferencia dada en el Satsang del retiro espiritual de Semana Santa, el 4 de abril de 2015)
La única diferencia entre todos los seres de la Creación es el grado de adormecimiento de la conciencia que está dado por la misma Divinidad, quien es la que promueve ese adormecimiento, ese aletargamiento. Ella misma ha programado un largo despertar. Ha decidido dormir un largo sueño bajo el velo de Maya.
Maya, el velo de la ilusión, además de crear una ilusoriedad, además de ocultar la Realidad, genera un sueño profundo, una ausencia de auto consciencia que se convierte en el sueño profundo de la Divinidad. Pero la divinidad apuesta a despertar de su sueño. El sueño de la divinidad tiene un ensueño y ese ensueño es la Creación. Luego del ensueño, la Divinidad quiere despertar, pero planea hacerlo lentamente porque tiene el juego de proyectarse en la multiplicidad. Entonces, no puede despertarse a sí misma sola, sino que una vez que se ha convertido en multiplicidad, que es donde duerme, de esa multiplicidad debe despertar, así que lo tiene que hacer parte a parte dentro de su propio sueño. Parte a parte significa que debe despertar a través de las diferentes criaturas. Una de las leyes que impone el juego de la Creación es la Ley de polaridad, la oscilación, la cual genera ciclos dentro de ciclos, juegos dentro del juego, oleadas de vida que se desplazan en los ciclos, corrientes de vida que como olas golpean las arenas de un mar, que van y vienen, y en su mágico vaivén van haciendo que haya un despertar.
Dios está absolutamente inconsciente en los reinos elementales, profundamente dormido en el mineral, sueña en la planta, despierta en el animal y en el hombre se hace consciente. En el Ángel es más consciente aún, y aumenta su grado de consciencia paulatinamente en la medida que asciende por los diferentes Coros angélicos o Jerarquías Creadoras, que también son reinos.
Nuestra oleada de vida incluye los reinos elementales 1, 2 y 3, que se encuentran en el mundo mental y astral, en donde la vida no transita a través de una estructura material densa; en el mineral comienza el primer grado de solidificación donde Dios puede transitar, en el vegetal hay un segundo grado, donde la solidez estructural se hace menor, pues las envolturas de las plantas son menos densas y sólidas que las de los minerales. En el animal la materia se hace viva, se hace fluida, elástica, gelatinosa, y la vida fluye a través de ella. La materia se eterifica y pierde densidad y la vida va fluyendo con mayor libertad. En el hombre la materia es sumamente plástica. Hay un grado de plasticidad mayor que en el animal. Hay una mayor sutilización en la medida en que el ser avanza en su necesidad de expresarse a través de las formas y su despertar de consciencia es cada vez mayor. La materia que atraviesa se hace más etérica, más fluida, sintiendo la presencia de la Divinidad, siendo la materia una parte de Dios mismo. La materia es el resultado de la precipitación y combinación de los distintos elementos de la sustancia virgen universal, que es impregnada por la polaridad positiva de la Divinidad. El Espíritu del mundo, el Alma del mundo es el polo positivo del Espíritu Cósmico y la materia en la cual encarna es el polo negativo. Hay una oscilación del polo positivo al negativo, en el vaivén de las polaridades en forma vertical.
El remolino de Divinidad se convierte en una yoidad, en un yo, y en ese punto la vida divina se auto hipnotiza, debido al juego del Velo de Maya, y cree que está separada de sí misma. La aparente parte que se cree separada de sí misma piensa que existe por sí misma, que es independiente, y juega al juego de ver a un Creador fuera de sí misma. Y cuando hace esto surge una perfecta yoidad, como un remolino de consciencia, y ese remolino de consciencia hace que se obstruya totalmente el libre fluir de la vida divina a través de su expresión estructural, que es el polo negativo del Espíritu Cósmico. Cuando ocurre esa obstrucción se genera un juego de luces y sombras donde la luz es la expresión y la consciencia de la vida divina, es la fuerza intuitiva, es la Inteligencia Divina Universal que lleva a esa forma de vida a expresarse, en un ritmo perfecto y correcto en la evolución, donde no hay tropiezo.
Hay una simbiosis perfecta entre todas las criaturas que viven y conviven en el campo de la Creación. Pero el remolino genera una alteración de esa simbiosis y esto crea la apariencia de un desvío del cauce del rio universal. Ese desvío es como un tabique que se crea, como si se hubiese derrumbado algo de la orilla del rio, y ocurre un desbordamiento de la energía que genera estragos y destruye lo que encuentra a su paso. Esa obstrucción creada por la yoidad, generando un derrumbamiento en el cauce de la Vida Divina, es lo que nosotros llamamos el karma. El río de la Vida Divina necesita corregir su cauce, necesita volver a encontrar su camino para ir hacia el mar de la Infinitud. La dirección del agua es siempre hacia el mar y aprovecha siempre el más mínimo desnivel para fluir. Cuando no encuentra desnivel desborda y produce una inundación. La Vida Divina, buscando ese desnivel, se topa con el remolino del yo, que obstruye, produce estragos y genera lo que nosotros llamamos el karma, porque en ausencia de auto consciencia, la yoidad, pretendiendo hacer lo correcto, hace cosas que están desviando el fluir natural de la Vida Divina a través de las estructuras. Cuando eso hacemos, la propia Vida Divina tiene que auto corregirse, generar un proceso de auto corrección, de rectificación.
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Solo podemos percibir el karma bajo el Velo de Maya porque sin el Velo de Maya el karma no existe. Los Maestros enseñan que cuando entramos en el proceso de meditación, que significa el estado de permanecer en el Ser sin que exista la mente inferior como ilusión del yo, en ese instante se quema el Karma.
Si Uno logra permanecer en ese estado de contemplación y meditación en forma permanente, allí la ilusión del karma muere porque el Velo de Maya se ha levantado. El karma solo existe bajo este velo y si no hay velo, no hay karma. Así de fácil se acaba, y Dios despierta de su sueño. Es como cuando tenemos una pesadilla en la que alguien nos persigue y nos va a matar con un cuchillo y no podemos correr y se atraganta nuestra voz y no podemos pedir auxilio y ya casi el asesino nos alcanza y entonces ya sucumbimos de terror. En el estado de ensueño es una tragedia, es algo gravísimo, tenemos sufrimiento y hay angustia. Pero de repente alguien nos dice: hey, despierta! es tan solo un sueño. Entonces despertamos, suspiramos y descansamos. No era verdad, termina la angustia, termina el dolor, termina el sufrimiento, todo aquello acaba, la calma vuelve. La persona dice que lo que vivió en la pesadilla es real, pero es una realidad transitoria, relativa. Vivió esto una existencia relativa allí, en ningún lugar real. Es una sensación relativa esto del karma. Una vez salimos del sueño, lo cual equivale a levantar el Velo de Maya, vemos que todo está bien, que todo está en calma, que solo se trataba de una ilusión. Así que al despertar de nuestro largo sueño de consciencia de Divinidad, de la ausencia de autoconsciencia, volvemos a recuperar la consciencia del Ser y despertamos de esta pesadilla llamada karma.
Pero como el karma existe bajo el Velo de maya, mientras estemos bajo este velo, aparece ante nosotros como un karma real, en la ilusión del sueño divino llamado Creación. Y en este sueño hay determinados karmas que se precipitan en nuestras ilusorias vidas. De un lado, está el karma que debemos pagar en esta encarnación, que se ha precipitado a través de la estructura de esta vida como una corrección para volver al camino recto. Este es una especie de karma programado para la encarnación. De otro lado existen otros karmas que están latentes dados por todo que el conjunto de samskaras que se encuentran en nuestro ser. Los samskaras son todas nuestras tendencias negativas no redimidas de otras vidas, esa suma de memorias, de instintos, emociones, sensaciones automáticas y pensamientos programados que se encuentran en lo que la ciencia moderna llama nuestro inconsciente, el cual no es para nada un espacio virtual.
El inconsciente está en el cuerpo físico, energético, emocional y mental. Es un campo de fuerzas que nuestra consciencia no puede ver, que subyace a la consciencia vigílica. El hecho de no verlas hace que no se activen permanentemente. En el transcurso de las encarnaciones van saliendo de acuerdo a un cronograma, a un juego, a un patrón dinámico. El inconsciente es algo que permanece ahí, como una serpiente encerrada que busca una salida y de repente, cuando encuentra una pequeña fuga en la consciencia o un pequeño conector o una pequeña oportunidad, asoma su cabeza y escapa. Es como un gato encerrado que busca huir. Cuando encuentra una ventana abierta, da el salto y aflora. Es energía represada, contenida por la misma Divinidad, que sabe que si manifiesta toda la sombra de un solo golpe, destruye la estructura. Así que lo va sacando a cuenta gotas. Si lo tratas de sacar a fuerzas, te muestra los dientes. El inconsciente no es solamente una memoria olvidada que genera un impulso, que es lo que la psicología nos ha querido hacer ver, que es una memoria olvidada de un pensamiento o una emoción de algo que hemos vivido en el pasado. Pero no es simplemente un cliché, una película o un video cinematográfico lo que está guardado en nuestra memoria. El inconsciente es una fuerza potente que es capaz de obrar sobre nuestro cuerpo material, sobre nuestra energía, sobre nuestras emociones y sobre nuestro pensamiento. Ese conjunto de fuerzas que hay ahí, son todos nuestros samskaras. En realidad nosotros tenemos diferentes campos de memoria, pero más bien valdría decir, diferentes niveles de consciencia o también podríamos decir diferentes posibilidades de consciencia. Cuando la consciencia Absoluta del Ser se establece y simplemente decidimos permanecer en el Ser, en ese momento la consciencia es Total. Cuando la consciencia es total no hay rincones distintos de memoria. No necesitamos guardar memoria donde hay Sabiduría Absoluta. Si lo sabes todo, ¿para qué necesitas la memoria? La memoria es un artificio del yo, para hacernos creer que el proceso de evolución es un movimiento que se realiza a través del conocimiento de la mente racional, que necesitamos aprender cosas y más cosas, y ponerlas en la memoria y hacer un proceso de análisis, comparación y síntesis con el objeto de obtener un conocimiento y una sabiduría. Pero la Sabiduría verdadera no es así. La Sabiduría es total. Dios, estrictamente hablando, no tiene memoria ya que es sabio siempre. La creación, su sueño, sí tiene una memoria, tiene muchas memorias, las llamadas memorias de la naturaleza. Está la memoria Cósmica, en el Cuarto plano Cósmico, la memoria de nuestro sistema solar en el Mundo del Pensamiento, la memoria subconsciente del sistema planetario que está en el campo etérico planetario. Igualmente nosotros hemos creado, en nuestra ilusión de ser seres individuales, juegos de memorias. Tenemos una memoria subconsciente en nuestro éter reflector del campo etérico. A través de esa memoria se filtran nuestros samskaras a la fuerza etérica y al cuerpo físico hacia abajo y hacia arriba se filtra hacia el mundo de las emociones y hacia el mundo del pensamiento. También hay una memoria personal en el plano mental, nuestra memoria de la consciencia racional, y también hay otra memoria supra consciente, que se encuentra en un nivel desde donde se precipita como una historia. Ese punto está arriba del plano mental, en el llamado mundo del espíritu de vida o nivel búdico. Allí se encuentra esa memoria, no como un registro de hechos y formas, figuras, eventos o acontecimientos, sino como una fuerza, como un patrón dinámico energético de nuestra propia historia. Cuando accedemos a ella, la información vibracional se precipita, se hila, se organiza y podemos verla como una memoria mental que nos trae el recuerdo de vidas anteriores.
Pero todas estas memorias son producidas en el Mundo de Maya, que es el mundo de nombres y formas, el cual es generado por una perversión de la percepción. Todas las memorias, aunque existen son ilusorias. El karma se basa en esas memorias. ¿Cómo te pueden castigar si no tienes tu récord, tu historial? Si un criminal entrara a los juzgados y robara su expediente y no hay pruebas y se roba el paquete donde están todas las pruebas almacenadas, no hay forma de acusarlo. Entonces tiene que salir inocente por falta de pruebas. Si no hay memorias en nosotros, memoria inconsciente, subconsciente, supra consciente, si no existen, no hay karma, no somos reos de nada. Pero el juego de Maya incluye todo eso. Así como en un juego de parqués, que incluye la cárcel, que es el castigo, como el karma, al final solo se trata de un juego, en el que alguien gana y alguien pierde. Una vez terminado, las fichas se recogen y todas salen del juego y la partida ya no existe más. Y una vez que no existe más, días después, para nadie fue importante ni nadie recuerda si estuvo o no en la cárcel porque al final de verdad ninguno de los jugadores estuvo en ella sino la ficha, que es una simple representación simbólica de la persona que estaba en el juego. Nadie en realidad vivió la experiencia de la prisión. Así mismo, nosotros en la encarnación pasamos por estados de prisión que son ilusorios, porque en realidad Atman, La Chispa de la Llama Divina, el Ser Infinito que fluye a través de toda estructura, no puede ser atrapado, no puede ser detenido, no puede ser quemado, no puede ser destruido, no puede ser confinado, no puede ser puesto prisionero, no está reducido al límite de la estructura corporal.
Entonces, ¿cómo puede Atman en realidad estar prisionero? Es una ilusión creada por el Velo de Maya. Creemos que somos incapaces de salir de la prisión. Es increíblemente fácil esto y sin embargo nos parece tan difícil salir de esta cárcel. Y lo único que nos saca de esta prisión kármica es la perspectiva de percepción. Si miramos desde el yo estamos presos, si miramos desde el Ser somos seres libres. Por eso, la experiencia de alcanzar el nivel de conciencia que mediante una distinta forma de cognición nos permite una percepción absoluta y total se denomina Liberación. ¿De qué nos liberamos? De maya. De una ilusión cósmica.
Entonces, ¿cómo puede Atman en realidad estar prisionero? Es una ilusión creada por el Velo de Maya. Creemos que somos incapaces de salir de la prisión. Es increíblemente fácil esto y sin embargo nos parece tan difícil salir de esta cárcel. Y lo único que nos saca de esta prisión kármica es la perspectiva de percepción. Si miramos desde el yo estamos presos, si miramos desde el Ser somos seres libres. Por eso, la experiencia de alcanzar el nivel de conciencia que mediante una distinta forma de cognición nos permite una percepción absoluta y total se denomina Liberación. ¿De qué nos liberamos? De maya. De una ilusión cósmica.
Esto que estamos diciendo aquí no es el común criterio escrito en los tratados que nos hablan del karma. El karma es descrito de diversas formas, desde la perspectiva de la dualidad. Hay cierto karma inmediato: la ley de acción y reacción de la materia densa. Si le das un golpe a la pared, fuerza de acción, te devuelve una reacción; te devuelve una fuerza de la misma intensidad que la fuerza que pusiste. Entre más duro el golpe a la pared, mas grande será la fuerza que el objeto me devuelve, y su poder destructivo, será mayor. A veces hay karma inmediato, nos sale el tiro por la culata, vamos a disparar y se devuelve el tiro de inmediato. Hay también el llamado Prarabdha Karma, el que se ha elegido que el ser viva en cada vida. Desde la ilusión de la dualidad, de la separatividad, en el que se escogen karmas de auto castigo, se decide vivir ciertas circunstancias y experiencias que entran en un campo de sintonía kármica. Pero, como ya lo manifestamos, nadie puede planear un karma solo. Simplemente la fuerza se precipita y se encausa a través de nuestras propias ilusiones de individualidad y separatividad y en esa sincronía los seres nos encontramos para lanzar nuestras cargas de energía unos a otros. Eso es Prarabdha karma. Es la cuota del karma total acumulado por un remolino de yoidad que se ha precipitado en esa sincronía mágica en cada encarnación. Cada vida tiene una cantidad de Prarabdha karma que un conjunto de seres deben vivir. Pero hay otro karma que es el karma total acumulado en la sucesión de memorias de remolinos que hemos vivido en lo que llamamos encarnaciones. Los samskaras en nuestro inconsciente contienen todo el karma posible, pero el karma acumulado es el que está represado. Hay como un sello, como una placa que no deja salir todo ese karma para una sola encarnación, al menos que ocurra algo extraordinario y el Parabda karma se agote.
En este sendero hacia la liberación total es necesario, primero, no generar más karma en esta encarnación, lo cual significa ir por el sendero recto que es el más corto. Para lograrlo hay que tener un gran sentido del equilibrio, del punto medio, de la balanza, de ser justos: por eso los cabalistas llaman al camino de la espiritualidad el sendero del Tzadik, el sendero del justo, que es el sendero que en el árbol cabalístico va de Yesod a Tipheret. Para evitar nuevo karma se necesita que haya justicia, como lo representa el signo Libra, cuyo símbolo es La Balanza, el equilibrio de las fuerzas. El comienzo del signo Libra señala el punto medio del zodíaco intelectual. Tenemos que encontrar ese punto medio, el camino del Buda. Cuando encontramos ese punto medio y obramos desde ese punto de moderación, no generamos karma porque no nos vamos hacia ningún lado de la fuerza de polaridad. Si es así, no necesitamos de una posterior fuerza equilibrante para llegar al punto neutro. Como segunda medida, necesitamos agotar nuestro Parabda Karma. Es lo que en nuestra ilusión de ser seres separados precipitamos al venir a la encarnación. Es lo que está aparentemente determinado por las fuerzas planetarias en el momento exacto del nacimiento. Las fuerzas planetarias lo que nos conceden en los aspectos llamados de fricción, entre planetas, o aspectos negativos, es una superabundancia de energía. Entre una cuadratura y un trino, hay más energía en la cuadratura. Los ángulos que son producto de 60 grados son ángulos suaves donde la energía fluye suavemente. Los ángulos de 90 y 45, son de difícil movimiento, donde la energía se libera con mayor intensidad. En un círculo astrológico, cada noventa grados, una cuadratura, hay un cambio de dirección. El aspecto más rico en energía es la cuadratura. La vida nos da una superabundancia de energía a través de estos aspectos. Pero pasa que cuando viene mucha agua por el cauce del rio, cuando hay un aguacero y la cantidad de energía es superior a la capacidad del cauce, el rio se desborda y causa una tragedia. Entonces el asunto es aprender a canalizar la energía que nos dan nuestras cuadraturas. Ahora bien, los causantes del karma no son las cuadraturas. Estas solo son el cauce a través del cual la fuerza que se liberó en el pasado, la fuerza liberada por un remolino de yoidad, aparece ante mí en este momento. La fuerza de la cuadratura, por ley de sincronía vuelve a tu propia vida. Y en tu ilusión de separatividad antes de encarnar te colocas bajo el cauce de esas energías estelares y decides nacer en ese punto. Entonces los angelitos del karma te echan una ayudita y decides, junto con otros, que vas a tomar esa cruz. Te pones bajo esas fuerzas para mirar que tan valiente eres para soportar toda esa avenida de energías. Piensas que cuando venga la crecida del rio, nadarás en contra de esa fuerza, no te dejarás arrastrar, serás capaz de hacerlo. No importa cuánta energía venga, te crees capaz. Pero lo que pasa es que visto desde arriba todo se ve pequeño. Cuando sobrevuelo una ciudad la veo diminuta, los seres humanos como pulgas; si salgo al espacio son apenas un punto y después ya ni los veo y me parece que todo es pequeño. Desde una dimensión superior todo lo vemos diminuto. Para el Atman toda la encarnación es una nimiedad, es nada. Una vez toda la fuerza de Atman se focaliza a través de una estructura, para vivir una experiencia determinada, nuevamente repite la experiencia del Velo de Maya, y al caer bajo su ilusión, desde lo terrenal se ve difícil escapar. Desde lo sutil nos parece que toda esa energía es fácil de dominar, y al llegar a la Tierra, bajo la ilusión de la separatividad, de la imposibilidad, del no poder, del no saber, del no conocer, de la ignorancia, pensamos que no somos capaces de contener ese caudal y nos arrastra. Si estás bien plantado cuando la corriente llega, seguramente puedes nadar y sostenerla, pero si te agarra desprevenido, o asustado o crees que no eres capaz, te arrastrará. Generalmente nos arrasan esas fuerzas. Eso se convierte en nuestro karma de la encarnación.
Para lograr la Liberación debemos agotar el Prarabdha Karma, que es el karma de la encarnación presente, que está relacionado con la secuencia de vidas. Es esa porción que se eligió pagar. Pero fíjense bien en que no es una elección personal; no es un yo el que eligió pagar el karma. O sea que tiene que haber otras fuerzas que han convocado ese karma a esa presencia, en esa estructura particular. Esas Fuerzas son energías vivas y están gobernadas por los llamados Señores del Karma que son los que canalizan todas esas fuerzas para generar la sincronía de todos los que están “karmatizados”.
Los señores del Karma son: el Ángel de la Liberación, el Ángel de la Muerte, el Ángel de la Justicia y el Ángel de los Archivos Akhásicos. Esos cuatro grandes seres son jerarquías superiores a nosotros, en cuanto a grado de consciencia se refiere, y están encargados de encausar las fuerzas de todos los vivientes en una mágica y total sincronía, de tal manera que la fuerza de destrucción fluya inteligentemente sin que tenga el más mínimo error, es decir que las fuerzas se encausan exactamente hacia donde deben llegar. Pero, ¿qué es lo que permite que se encausen? Es el remolino de ilusoriedad lo que permite que la fuerza llegue a uno. Cada yoidad se convierte en el imán que atrae sus propios clavos. En la medida que yo piense que tengo un karma, que tengo una deuda que tengo que pagar como individuo, como persona ignorante, pecadora o mala, falta de consciencia, en ese sentido estoy aceptando y he abierto una ventana, una puerta para que el karma se precipite.
Los señores del Karma son: el Ángel de la Liberación, el Ángel de la Muerte, el Ángel de la Justicia y el Ángel de los Archivos Akhásicos. Esos cuatro grandes seres son jerarquías superiores a nosotros, en cuanto a grado de consciencia se refiere, y están encargados de encausar las fuerzas de todos los vivientes en una mágica y total sincronía, de tal manera que la fuerza de destrucción fluya inteligentemente sin que tenga el más mínimo error, es decir que las fuerzas se encausan exactamente hacia donde deben llegar. Pero, ¿qué es lo que permite que se encausen? Es el remolino de ilusoriedad lo que permite que la fuerza llegue a uno. Cada yoidad se convierte en el imán que atrae sus propios clavos. En la medida que yo piense que tengo un karma, que tengo una deuda que tengo que pagar como individuo, como persona ignorante, pecadora o mala, falta de consciencia, en ese sentido estoy aceptando y he abierto una ventana, una puerta para que el karma se precipite.
En la medida en que me sienta culpable debo pagar un karma. Tengo algo por corregir, pero cuando salto hacia arriba, como un alpinista, trepo más allá de la simple colina y voy a la cima de la montaña, desde allí el paisaje se ve hermoso y podemos contemplar muchas cosas en forma simultánea. Cuando subimos con nuestro equipo de alpinista espiritual vamos a ver la colectividad de todas nuestras fuerzas y vamos a estar por encima de esas fuerzas. Hemos subido la montaña y entonces no nos agarra la creciente del rio, porque estamos arriba, a salvo. Cuando subimos en nuestra montaña interior, lo cual significa crecer espiritualmente, permitir que el remolino cese para que la vida interna fluya en forma conveniente, por su cauce natural, en ese momento nuestra percepción aumenta desde el Ser y nos permite ver que todo es fácil y estamos a salvo de nuestras fuerzas kármicas. Cambiar nuestra perspectiva de percepción nos permite darnos cuenta de que hasta el karma de una vida es también una ilusión, pues está bajo el Velo de Maya.
Existe karma en cuanto hay dualidad, polaridad, ilusión de la realidad, ausencia de consciencia de la real unidad, vacío de auto consciencia; pero en la medida en que ese vacío se llena, porque el alpinista sube a lo alto y se libera de todas las fuerzas que hay en el valle de la ilusión, en ese momento no hay karma porque la auto consciencia vuelve. El fluir natural de la fuerza se restablece porque la percepción va más allá de la simple causa y del efecto. Se está por encima, en el punto neutro del yin y del yang, en el punto inmóvil de la oscilación del péndulo existencial. En ese momento no hay karma; ese es el secreto real de transmutar un karma. Puedes escoger también la técnica del niño del premio y el castigo: si te portas bien te perdonamos la falta, si haces méritos te damos algo, si haces buenas obras de misericordia y de caridad con los demás, es posible que te conmutemos la pena. Ese es un juego que tú mismo haces. Dios no es un mercader de pecados. Es un juego que tú permites en cuanto eres una criatura que crea una ilusión de separatividad, con un creador que está afuera y que mira tus acciones, un ojo que siempre ve y juzga tu vida. Pero Dios no es juez. Dios es el todo y a la vez la parte, siendo la parte una ilusión del juego de la Creación, porque Dios es indivisible, como tal no puede juzgar a una parte que en realidad no existe. ¿Cómo puede Dios juzgarse a sí mismo? No puede, porque no hay una parte de Dios que se salga de la perfección. No hay una parte de Dios que este oscura y otra iluminada, no hay una parte de Dios que este incorrecta para ser corregida y juzgada. El proceso de corrección, mientras estamos en la encarnación, llamado karma, es una auto corrección automática del cauce divino, de la fuerza que fluye en nosotros, en virtud de la ley del movimiento universal, propia del proceso creador, y no un castigo. Este movimiento universal es una ilusión de flujo de la inmóvil presencia divina, que busca llenar el aparente vacío creado por la ilusión mayávica.
En realidad, la percepción de la Presencia Absoluta consiste en la atención en el presente. La atención en el presente es la ausencia de futuro y la ausencia de pasado. Como ilusión en nuestra mente, es un juego en el tiempo. Y si la percepción del Ser, de la Totalidad, está basada en el enfoque en el presente, esto significa que en Él hay ausencia de pasado. Si hay ausencia de pasado en el enfoque en el presente, ¿cómo puede haber karma si las causas pertenecen al pasado? Los efectos pertenecen al futuro, las causas pertenecen al pasado, es un juego de polaridad. Si estoy en el punto neutro, en el presente perfecto, en la Seidad o consciencia del Ser perfecta, que es aseidad del yo, no hay pasado, no hay futuro, no hay causa, no hay efecto, no hay karma.
¿Es obligatorio pagar el karma mediante el dolor? No. Hay un beneficio absolutorio que se llama la Gracia Divina. Es una fuerza que surge cuando un chorro de auto consciencia es dado al remolino que intenta obstruir el libre fluir de la vida divina. Cuando ese raudal de auto consciencia llega, nos podemos liberar del karma. La Gracia no es un don otorgado por el capricho de un Maestro, ni por el capricho de una Divinidad manipulada por la sensiblería humana, no es la respuesta a la intensidad de la perseverancia en la oración egoísta. Es el despertar en la conciencia del Ser lo que genera la adquisición del poder de la Gracia. De ninguna manera es una concesión gratuita de una divinidad hacia nosotros. Mientras estamos en la conciencia de la dualidad, jugamos al juego de pedir, de pedir la Gracia divina, que nos sea concedida por el Misericordioso Señor, por el Cristo, por Hochmah, por Shiva, por Hesed, por Netzah, por cualquiera de los seres de la columna de la gracia del Árbol de la Vida, o por el Segundo aspecto de la Divinidad o por todas las jerarquías que lo representan, o por algún Ángel especial que llamamos el Ángel de la Gracia. Pedimos a estos seres o a alguno de nuestros Maestros encarnados que nos conceda por gracia el perdón de nuestro Karma. Pero esto es en realidad un juego porque aquel a quien pedimos es nuestro propio Ser, aquel a quien pedimos hace parte de nosotros mismos, porque no hay un ser allá, una parte real de Dios que sea capaz de hacernos eso. Es una ilusión aunque la llamemos Maestro, Divinidad, Dios. Solo hay un solo Uno, el Uno sin segundo. Entonces todo es como un juego en el que estamos auto hipnotizados, siendo Uno y creyendo que somos dos, y una parte le pide a la otra parte. Al final es el Uno pidiéndose a Si mismo, pero si el Uno no está dividido ¿cómo se va a pedir a sí mismo algo? Si el Uno jamás se dividió, jamás se fragmentó en verdad, ¿cómo puede una parte suya haber errado y pedir absolución a la otra? Si no ha habido jamás división, el yerro, la ilusión de la equivocación, el error, solo existe en tanto que hay ilusión mayávica. Quiere decir esto que el mal no es real. No pertenece a la esencia pura del Absoluto, aunque para nosotros de hecho lo hay, porque toda la creación es un sueño divino, y el sueño divino es un drama que está lleno de personajes, de yoes que sueñan en el bien y el mal.
La única forma de superar el karma, todo el karma en una encarnación, el karma inmediato, el prarabdha karma y el karma acumulado, la única forma de cancelar todo ese karma es salir del sueño, despertar, romper la pesadilla, pedir ayuda para que alguien nos sacuda dentro del propio sueño. Alguien aparentemente dirá de repente: Hey, despierta! es una pesadilla . Pero en realidad es la Divinidad misma quien a sí misma se despierta, porque no hay un alguien allá afuera que pueda despertarnos. Eso solo ocurre dentro del sueño. Dentro del propio sueño acudimos a figuras de la Divinidad para hacer ese auto despertar mediante personajes especiales que son los Maestros. Como tales, dentro del sueño de Dios existen, están allí, pero son la Divinidad misma encarnada. Por eso estos seres tienen Sabiduría fluida completa todo el tiempo, Poder completo, omnipresencia, materialización o desmaterialización perfecta todo el tiempo; son el poder de la Divinidad, el poder del Absoluto. Cuesta trabajo a la mente racional creer que a través de una forma o figura pueda la Divinidad operar con toda su completa fuerza, y sin embargo lo hace. Aunque ella a sí misma se limita en apariencia para poder operar. Crea un vacío en su propio interior, un vacío ilusorio, pues aun las formas de los más elevados Maestros y de las Divinidades externas son formas mayávicas sostenidas por la Divinidad y a través de las cuales opera. Entonces nosotros jugamos ese juego mayávico y le pedimos a las divinidades que nos den la ayuda del Maestro, que esperamos la ayuda de la Divinidad misma, la ayuda del Ser encarnado, del Avatar o la ayuda de Cristo. Entre mayor sea el grado de elevación en jerarquía que mi mente le haya dado a ese nombre y forma divina, mayor es la esperanza de que su poder va a transmutar mi karma, mi dolor, mi enfermedad, mi angustia, mi soledad. Pero sigue siendo un juego, el juego de maya, en que una parte de la divinidad le pide a otra. Es un juego extraño. Es como si yo me miro en un espejo y le pido a mi imagen en el espejo algo, y espero que la imagen en el espejo me responda, cuando en realidad soy yo el que se mira en el espejo y tengo el poder de hacer lo que le estoy pidiendo a la imagen del espejo. Si le digo a la imagen ¡por favor muéveme al lado derecho! y estoy allí esperando a que la imagen se mueva para el lado que yo quiero, estoy fuera de la realidad, pues en verdad tengo el poder de moverme al lado derecho y verme en la imagen y decir puedo moverme. En realidad soy yo, no son dos, soy yo solamente. Entonces, el hecho de pedir es un juego con la Divinidad. Estamos atrapados en la ilusión de Maya y eso, que significa ignorancia, es lo que hace que el karma se genere. La raíz del karma básicamente es ignorancia. No es la ignorancia de no conocer y caer en un error por no saber, es la ignorancia de vivir en la ilusión de caer en el error y vivir en la ilusión de no saber. En el esoterismo de muchas escuelas simplemente suele cambiarse el término pecado por el termino karma y seguimos con el mismo chip, el mismo programa: si obramos mal seremos castigados por las fuerzas kármicas. ¿En qué se diferencia eso de que si obro mal soy castigado por mis pecados? No tiene diferencia; es prácticamente lo mismo. Si soy castigado por mis pecados soy llevado al infierno; lo único es que trasladamos el infierno aquí. Dejamos de creer que sea un lugar de llamas y tormentos donde nos lamentamos por cada quemadura de la carne en un eterno fuego lento, y lo trasladamos aquí, al valle de lágrimas, donde sufrimos cada vez que el fuego de la Divinidad quema nuestras ilusiones. Porque en realidad lo que hace el fuego de la Divinidad cuando opera con sus fuerzas kármicas es quemar, a través de su flama divina, toda la ilusión de nuestros deseos. Y sufrimos porque nuestros deseos no se cumplen: el deseo de que alguien permanezca para siempre, el deseo de que algo o alguien no muera, el deseo de que algo esté no esté, de que algo funcione o no funcione. Son nuestras expectativas las que se derrumban y el fuego de la divinidad quema eso. Entonces simplemente trasladamos el infierno aquí. Estamos todo el tiempo pensando en cuándo ocurrirá algo malo. Cuando muchas cosas buenas suceden hay un susurro con susto en la consciencia, como una voz torturante que pregunta ¿hasta cuándo durara esto? ¿cuándo va a pasar algo malo?. Las abuelas, expresando inconscientemente nuestro apresamiento en la dualidad, decían que no se riera uno tanto porque luego de la risa sigue el llanto. También en el mismo sentido dijo el sabio Salomón: “luego de la risa sigue el llanto y al término del gozo es el dolor”. Eso ocurre si estamos en la oscilación. Lo que genera la oscilación es nuestra ilusión mayávica de que así debe ser. Pero si salimos de esa oscilación trepando por el hilo del presente perfecto, de la consciencia del Ser, entonces no hay oscilación. Vamos al punto donde el péndulo comienza, a la fuente de la Creación, donde no hay movimiento. La oscilación está en el extremo del péndulo y entre más lejos se esté de la fuente, mayor oscilación existe, pero en la medida que voy revisando el hilo voy viendo y voy subiendo, entre más cerca de la fuente hay menor oscilación y cuando llego al punto exacto, a la fuente del péndulo, allí solo hay perfecta quietud. Si en la conciencia no hay oscilación, y de hecho en la verdadera consciencia no la hay, no hay karma, no hay ni causa ni efecto. Entonces la ausencia de temor, la ausencia de necesidad de auto castigo, ayuda a saldar el karma.