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martes, 6 de agosto de 2013

DISCIPULADO Nº 11 - LA INTELIGENCIA UNIVERSAL

DISCIPULADO Nº  11


LA INTELIGENCIA UNIVERSAL

La investigación científica asocia la inteligencia al cerebro. La investigación esotérica suele atribuirla al trabajo del Ego o Yo interno efectuado mediante la asociación entre el Cuerpo Mental y el cerebro. El aspirante al Discipulado debe trascender estos dos conceptos haciendo consciencia de la verdadera inteligencia.

La investigación y análisis de cualquier estructura presente en el universo, revelará un maravilloso orden, una sorprendente complejidad, ya sea que se aborde desde el punto de vista de la física convencional, de la física cuántica o de la química. En tiempos modernos, la tecnología permite ampliar nuestra capacidad de observación y nos sorprende aún más al mostrarnos aspectos macro y micro cósmicos que el ojo convencional no podría apreciar. Tanto en lo grande como en lo pequeño la aparente realidad está inteligentemente ordenada. Cada estructura enseña el resultado de un largo proceso de acomodación evolutiva del universo y la presencia permanente del movimiento y de la vida. Las nuevas criaturas o estructuras generadas en este proceso son igualmente ordenadas y llevan en sí una herencia extraordinaria de información inteligente que sin duda es independiente del cerebro, aún cuando es a través de él como estamos acostumbrados a comprender, analizar e investigar.

El ser humano le ha dado una especial importancia al cerebro y confunde inteligencia con proceso del pensamiento. En realidad, vivimos en una estructura física cuya actividad vital no es controlada por el pensamiento, pero la mayoría creen que es así  y hasta extrapolan esta creencia al mundo, creyendo que este puede ser controlado por el cerebro, el pensamiento o el deseo. La inteligencia no es exclusiva del cerebro ni de ninguna otra parte del sistema nervioso. El cerebro escasamente puede manejar voluntariamente en nuestro cuerpo aquello que tenga músculos. Trasladarse, hablar, ver, respirar, gesticular solo son completamente posibles gracias al movimiento muscular voluntario. Pero el cerebro no tiene control consciente sobre nada más. Ni siquiera cierta clase de músculos como los que facilitan el tránsito intestinal o el músculo del corazón están bajo esta clase de dominio. Para la mayoría de las actividades vitales el organismo recurre al llamado sistema nervioso vegetativo, el cual es un mecanismo automático, involuntario, sobre el que no tenemos ningún control consciente. Pero no podemos atribuir la inteligencia del cuerpo a este sistema. El desarrollo embrionario del ser humano tiene su origen en una célula heredera del material genético de sus padres, a partir del cual se forma una primaria estructura formada por tres capas denominadas ectodermo, mesodermo y endodermo las cuales nos son otra cosa que hileras de células que poco a poco van diferenciándose y especializándose siguiendo un programa predeterminado. En estas capas germinales originales no existe tal cosa como el cerebro o el sistema nervioso vegetativo. Estos aparecerán mucho más adelante en el desarrollo del feto. Vale la pena decir que el cerebro y en especial la corteza cerebral, asiento aparente de nuestra actividad consciente son la última adquisición de nuestra estructura corporal en el proceso de la evolución. Esto se revela en el desarrollo fetal. El cerebro es uno de los últimos en aparecer y aún debe madurar después del nacimiento antes de que un individuo pueda alcanzar alguna actividad consciente. Su desarrollo y evolución están ligados al programa predeterminado. Es decir, el cerebro está sujeto a la inteligencia y no al contrario.

El programa original de cada ser contiene toda la información relacionada con el desarrollo de la estructura, su funcionamiento, su equilibrio biológico, su capacidad de reacción y la posibilidad de hacer actualizaciones de nuestros programas. También incluye mecanismos de defensa y detoxificación. Toda alteración de la información básica de este programa redundará en una malformación, enfermedad o tendencia patógena y toda alteración funcional o estructural tendrá como consecuencia un deterioro físico, vital, emocional o mental. Las alteraciones pueden ser parte del contenido original, transmitido por herencia o pueden darse por agresiones internas o externas, mentales, verbales, emocionales, energéticas o físicas, por parte de otros individuos, animales, plantas, sustancias no compatibles o infecciones virales, bacterianas o por otros microorganismos y parásitos. Igualmente pueden existir deficiencias nutricionales, afectivas, sociales o cósmicas que desencadenen un proceso de disfuncionalidad o muerte.

Aparentemente el programa original está contenido en el ADN. No obstante, el ovulo fecundado es algo más que hélices de ADN y dos individuos con ADN idéntico, como es el caso de los gemelos univitelinos, son individuos diferentes aunque sus estructuras se parezcan mucho. La inteligencia trasciende el ADN. De hecho, los hijos de padres similares provienen de informaciones de ADN idénticas presentes en los espermatozoides del padre y los óvulos de la madre. En cada fecundación, el programa original correspondiente al ser que encarna determina qué parte del material de cada padre es tomado, dando lugar a hermanos diferentes con ADN distinto. El conocimiento espiritual revela que el programa original está contenido en el llamado átomo simiente o átomo primordial del cuerpo físico, un paquete de información que a la manera de un chip es colocado en la cabeza de uno de los espermatozoides del futuro padre y que debe coincidir con el átomo simiente del cuerpo vital o energético colocado en el óvulo de la futura madre. Tales átomos pertenecen a cada ser individualizado durante todas sus encarnaciones y hacen parte del juego de varios átomos simientes que son necesarios para el desarrollo del ser en cada vida. Estos átomos son programas que contienen todas las posibilidades de desenvolvimiento y evolución de la criatura a quien pertenecen y la información allí contenida es el resultado del proceso vivido a través de múltiples encarnaciones. Toda la síntesis de la experiencia es guardada en ellos. Al morir, después de un largo proceso de destrucción de la estructura física, vital, emocional y mental, los átomos son conservados. La personalidad, formada por estos cuatro vehículos destruidos, llega a su fin. La vida que actuó a través de ella se retira al mundo Mental abstracto. Esa vida actuante que algunos llaman el Triple Espíritu o Yo Superior, no es otra cosa que una proyección del Triple rayo de la Mónada o Espíritu Virginal. Es una triple fuerza cargada de información que se incorpora a la Gran Fuente de información del Espíritu Universal de la cual siempre ha hecho parte. Dicho de otra manera, lo que nosotros llamamos un individuo no es otra cosa que una forma particularizada de información del Espíritu Universal que actúa a través de las estructuras generadas, con un propósito específico, determinado por Su Universal Inteligencia. El impulso hacia una nueva encarnación surge de la Inteligencia Universal y fluye hacia su proyección. La encarnación no es planeada por el Yo, simplemente porque el Yo, tal como solemos concebirlo, como un ente separado de la Divinidad, no existe. El Yo superior es una forma de acción de la Divinidad y no un ente separado. Esta ilusión se crea cada vez que la Fuerza encarna, es decir que adopta una forma particularizada en el espacio-tiempo. Igualmente, si el Yo separado existiera no tendría en el Mundo mental, antes de la encarnación, ni un cerebro, ni un ADN, ni emociones, ni pensamiento, ya que éste último solo es posible mediante la acción del cuerpo Mental sobre el cerebro. La Inteligencia Universal no planea encarnaciones separadas. La Mente Universal (Mahat para el vedantista) lo ha contemplado todo de un solo golpe ya que la creación es una estructura en red y no un rompecabezas compuesto de pedacitos que encajan en un molde. Junto con “tu” programa de vida han sido contemplados los programas de vida de los aproximadamente 7.000.000.000 de habitantes que están encarnados simultáneamente contigo y los programas  de vida de los billones de animales, plantas, minerales, elementales, espíritus de la naturaleza, ángeles en todas sus Jerarquías  y demás criaturas de todas las corrientes de vida de esta creación. Todos estos programas están entrelazados siendo en realidad un solo programa. Es la creación que fluye y ha sido contemplada por la mente Divina, instante tras instante en el eterno presente de su Infinita Existencia. A través de cada aparente criatura fluye constantemente la Fuerza de la misma Divinidad, siguiendo el Plan de Su Divina Inteligencia Universal. Es la misma Mente Universal quien ha creado todos los arquetipos de forma y fuerza de todo lo existente porque El es la Existencia misma. Esra Fuerza Armónica ordenada e Inteligente fluye a través del Angel y de la piedra, del hombre y del animal, de la planta y del elemental. Todos los seres manifiestan de una u otra forma esa inteligencia de una manera aparentemente particularizada para los propósitos del Plan Único  Al igual que los colores del espectro son simples reflejos aparentes de una única luz que atraviesa el cristal, cada ser no es más que una forma particularizada de la Vida Universal que manifiesta la multivariedad en la secuencialidad y la Unidad en la atemporalidad. Cada paquete de información, cada parte del programa tiende a su expresión y va creando, en un creciente proceso, la ilusión del ego, del yo separado, que luego adorna con la figura de un Yo Superior. La Vida Universal está en inconsciencia profunda en el elemental, duerme en el mineral, sueña en la planta, siente en el animal y despierta en el hombre, viéndose con claridad a sí misma en el ser iluminado y en el ángel.

Esa compleja estructura física, vital, emocional, mental y espiritual en la que parece habitar tu yo es una forma particularizada de la Inteligencia Universal que se esfuerza para verse a sí misma, deshaciendo la obstrucción que genera la ilusión de la separatividad, para fluir con todo su Poder con entera Libertad. Al paso de la Luz crujen las tinieblas generando el proceso del sufrimiento humano, el dolor de los egos que en su ilusión de ser tan grandes como Dios no pueden ver que son la Divinidad misma. La prepotencia del ego no es más que agua estancada de la Divina Fuente, agua que perdió el cauce del río de la Vida, luz apagada en la profundidad de una caverna.
Es necesario permitir que la Verdadera Inteligencia fluya a través de toda estructura humana, permitiendo que el verdadero discernimiento, el proceso contemplativo que se halla más allá del pensamiento ordinario, basado en la memoria y los patrones emocionales descontrolados, atrapados en el vaivén del tiempo, retome el control, vuelva al cauce y permita que el cerebro cumpla la verdadera función para la que fue creado: el fluir de la Sabiduría, la expresión de la Inteligencia Universal. El pensamiento ordinario, con todo el proceso del silogismo, del raciocinio, es un simple juego comparado con la maravillosa complejidad que inunda al ser iluminado, conectado con la Fuente de la Sabiduría Universal. El conocimiento que deriva del pensamiento es una mera falacia virtual que envejece y muere con el tiempo para convertirse en falsedad, pues el pensamiento desconoce el Plan Original, el verdadero Arquetipo de la Creación. El pensamiento junto con sus ayudantes de laboratorio, los órganos de los sentidos, son incapaces de percibir la realidad, solo ven su reflejo, quizás su sombra. Los sentidos nos hacen ciegos a la Verdad; el pensamiento egóico, con su carcelera la memoria psicológica, nos invalidan para sentirnos en la presencia Divina. Hay que huir del condicionamiento, hay que escapar de la prisión del intelecto, hay que ir más allá de los sentidos y más allá del tiempo, hay que dejar de sentirnos como pedazos de la Creación y ver que somos la Creación misma y el Creador actuando en ella, develando su sueño de verse reflejado en el espejo de la Manifestación. Hay que permitir que el triple velo astral, mental y espiritual sea corrido para permitir el paso de la luz, de esa Luz Universal que siempre ha estado ahí, contenida, dispuesta a fluir cuando hayan sido liberados los obstáculos que estorban su paso.

El ego, el falso rey actual de tu personalidad debe abdicar al trono y ceder el paso al Verdadero Rey. Esfuérzate en ello, no como un yo, sino en la consciencia de la Unidad, de la Totalidad,  de la complejidad de la Red del Tejido Infinito de la Divinidad. Extiende tu visión, mira más allá. No eres alguna clase de ser abstracto escondido en el cerebro. No pretendas hallarte allí como quien busca al locutor dentro de un aparato de radio. El artífice está más allá. Tu cerebro es solamente un maravilloso instrumento biológico que aun no alcanza el propósito de la Inteligencia que lo construyó. Este aparato no construye la inteligencia. Ella lo genera a él y le permite evolucionar. Busca la verdadera Inteligencia, cambia el dial, sintonízate con la frecuencia correcta, pásate al modo Consciencia Infinita y  encuentra la clave del contacto con la Sabiduría Universal. Deja de buscar al yo en el cerebro, en las creencias, en los partidismos, en las organizaciones. Nunca lo hallarás allí. Deja de buscar al yo. El yo no existe. Solo hay una Única presencia: la Vida que actúa a través de esa estructura particular de la que te crees dueño, que es la misma que actúa a través de todas las estructuras de las que otros tantos egos buscándose a sí mismos se creen dueños. Tu alma, el Alma del Mundo es como una mariposa en  crisálida. La estructura es el capullo. Rompe tu capullo alma divina y emprende el vuelo de la Libertad.

El cerebro, además de ser un supervisor de la actividad del organismo, debe ser un instrumento puente entre el mundo biológico, el mundo de la energía o etérico y el mundo mental. La actividad del pensamiento ordinario hace que el cerebro quede atrapado en la actividad repetitiva de la memoria, la cual es la base del yo inferior o ego. En este estado cada conjunto de estructuras individualizadas se creerán individuos y soñarán con obtener satisfacciones meramente materiales, con tener y mantener una familia y alcanzar el éxito en la personalidad para ser reconocidos en la sociedad. El pensamiento convencional no permitirá ir más allá.

El ego inferior es un truco de la Divinidad para permitir que la estructura alcance la supervivencia y el desarrollo necesarios. Este proceso se lleva a cabo hasta la edad de veintiocho años. En este tiempo, el individuo pasa por varias etapas que hacen parte del desarrollo psicológico  a la par que los llamados vehículos de la personalidad (físico, etérico, astral y mental) alcanzan la misma estatura de la encarnación anterior. A partir de esta edad, en sucesivos períodos de siete años, los vehículos superiores, sin forma, surgen paulatinamente. Esta triple fuerza espiritual llamada el Yo Superior (Atma, Budhi, Manas o Triple Espíritu) debe hacer conexión con el cuerpo físico a través del puente en el cerebro, desterrando el control del pensamiento y la ilusión de la separatividad. Si esto no se consigue, el individuo será un personaje más del montón cuya mente patina una y otra vez en el condicionamiento de su memoria, atrapado en sus hábitos, manías, deseos, emociones y recuerdos, es decir se convierte en un autómata comandado por el yo inferior que es todo lo anterior. Si logra el contacto, se implantará el comando de su Yo Superior. A la edad de cuarenta y nueve años, no obstante, este Yo Superior debería dar paso a la conciencia de Unidad. Si el ser logra dar el salto, la Luz Universal permeará toda la estructura y hará que el predominio de la Triple Fuerza Divina, la proyección del Triple Aspecto Divino, tome el comando. Si no se logra dar el salto, el ego inferior o Superior seguirán tomando el comando y patinarán en la misma rueda de la espiral evolutiva, viviendo otros siete periodos septenarios en los cuales intentará corregir aquellas deficiencias o fallas cometidas en el proceso correspondiente a cada vehículo, con el fin de alcanzar el objetivo, en el caso de que sea el Yo Superior o Ego quien comanda. Pero si se trata del ego inferior, esa ilusión virtual que nos hace creer que somos individuos separados, es posible que surjan violentos impulsos o deseos reprimidos de otros tiempos y que el ser experimente una especie de retrogradación a la infancia o la adolescencia, aspectos que con gran frecuencia se aprecian en las personas de edad avanzada. Esto representa una caída al abismo, de la cual solo es posible escapar mediante la muerte y una nueva encarnación.

El Yo Superior o Triple Espíritu intentará dar la batalla por el trono de la estructura, mediante algún proceso como el del Probacionismo y tal vez se ayude de la Ronda Interna en la cual cada año de un septenario representa a un septenario completo para hacer o corregir el trabajo necesario en cada vehículo.

En el proceso del Discipulado, el ego no está invitado. Es imposible invitar a alguien que realidad no existe.

En el proceso del discipulado está invitado el Yo Superior y el trabajo comienza con el desarrollo de Manas, el Espíritu Humano, quien opera más allá del pensamiento ordinario, en el Mundo del Pensamiento Abstracto.

 La meditación contemplativa es la práctica más adecuada para permitir la conexión del Manas con el puente del cerebro y permitir que el discernimiento verdadero, el fluir de la Inteligencia Universal, sea la mecánica permanente.. Esto generará una extraordinaria mutación evolutiva en el cerebro que hará que el proceso elevado de percepción alcanzado sea el estado natural y que sea imposible el manejo del pensamiento ordinario. El Yo superior habrá escapado para siempre de la prisión del intelecto y comprenderá que es necesario dar paso a la Luz. Entonces será cuando el conocimiento perfecto del Plan Primordial y la Sabiduría fluyan a través del ser.

Alipur Karim
  

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